lunes, 20 de abril de 2009

samadhi


Una paciente me cuenta su exploración por la llamada Sexualidad Sagrada.
Su pareja y ella, dice, hacen el amor durante horas. Él entra en trance y habla lenguas, recuerda que habían estado juntos en vidas pasadas. Alcanzan el Samadhi, es decir, un estado de conciencia donde se rompen barreras con lo material y se unen a la Divinidad.
Le sorprende mi poco interés por esas experiencias siendo yo sexólogo.
¿Cómo decirle que ya las he buscado? ¿Cómo decirle que hoy, lo que busco en la sexualidad es un encuentro real y sencillo con la persona que amo, de carne y hueso, en toda nuestra maravillosa pequeñez?
¿Cómo decirle que a través de la sexualidad ya alcancé mi particular Samadhi?
Mi Samadhi tiene casi 10 meses de edad, se enfermó hace poco y la cuidé, se duerme entre mis brazos, les están saliendo los dientes, imita a un león fiero, me acaricia la cabeza con manitas minúsculas. Y no creo que haya nada más alto y misterioso a lo que se pueda acceder a través de la sexualidad.