domingo, 25 de mayo de 2014

A mano.

A veces ocurre: se apagan las luces, se alza el telón y allí, ante nuestros ojos, el milagro. Eso, justo así, al contemplar A Mano, una obra de la compañía El Patio, de Logroño, España. Un escenario pequeñísimo (cabe en una mesa) basta para contar una historia que es también la mía, la de todos. Dos personajes hechos con una bola de barro y una tacita son suficientes para hablar de la soledad, el deseo de ser mirado, el amor, la libertad, la ausencia... ¿Teatro infantil? ¿Teatro de títeres? Teatro en toda su profundidad y belleza. Izaskun y Julián, creadores y actores son una especie de ángeles capaces de acariciarnos el alma con sus pequeños seres. Una obra llena de la delicadeza, la poesía, el humor y la sutileza que tanto se extraña en el teatro para niños. La historia de un muñequito de barro que quiere salir del escaparate, que intenta, que no puede. Pero ¿Quien no es un muñequito de barro?

domingo, 11 de mayo de 2014

Héroe de verdad.

Tulancingo, Hidalgo. Alguna mañana calurosa y aburrida. De pronto, los gritos que advierten: "¡El Santo! ¡Viene El Santo!" Y es cierto: se escucha el sonido de un motor y unos instantes después aparece el convertible plateado del luchador, su máscara brillando bajo el sol y su enorme capa lanzando destellos. Los niños salen de sus casas, corren tras el auto, aplauden y vitorean. No es una fantasía. Me lo contó alguien que lo vivió directamente. Él era muy joven y sus padres eran amigos -compadres- del Enmascarado de Plata. De vez en cuando los visitaba en su pequeña ciudad. Toda la familia sabía la verdadera identidad del luchador, pero la guardaban en absoluto secreto. Al Santo le gustaba hacer ese regalo a los niños del lugar. Yo me lo imagino parando en algún lugar cercano -¿una gasolinera?- para dejar de ser un hombre cualquiera y transformarse en La Leyenda. Imagino los ojos de los niños y la sonrisa bajo la máscara. Imagino el polvo que dejaba el coche mientras se perdía en la lejanía. ¡El Santo, chingao!