miércoles, 28 de diciembre de 2011

agosto, octubre


De pronto, Otro, uno se encuentra con la novela que hubiera querido escribir.

La breve historia de Tomás me atrapó, me zarandeó por momentos, me puso un nudo en la garganta en sus últimos párrafos.
Leí los titubeos de ese adolescente, su desilusión, su deseo, su primer encuentro con la muerte y con el sexo, su terrible acto de cobardía.
Supongo que durante mucho tiempo me acompañará la imagen de ese muchacho trémulo abrazado a una chica vestida de romano en una pequeña estación de tren de pueblo.
Hay tanta mesura, tanta precisión, tanto no dicho y sólo sugerido en la prosa de Andrés Barba.
Se trata de una novela que me hace preguntas, que siempre es ambigua: tierna y cruel al mismo tiempo, dulce y amarga, simple sólo en apariencia y compleja en su profundidad, hermosísima y desolada.

No es que sea la mejor o las más perfecta, pero es, sencillamente, la que hubiera deseado escribir.

lunes, 5 de diciembre de 2011

ochenta y un día

A veces, algunas mañanas, me miro en el espejo, me miro desnudo en el espejo y me sorprendo. Soy él, me digo. Soy tú.
Y eso es la vida.
Y está bien