martes, 27 de diciembre de 2016

Pastoral Americana.

Cuando te rencuentras con un autor al que admiras y de nuevo vuelve a sorprenderte, a conmoverte, a perturbarte. Por algo Philip Roth es uno de los grandes novelistas contemporáneos. Esta vez rompe, destruye, grita. Una familia americana perfecta en apariencia: él, un empresario exitoso, antiguo héroe deportivo, amable, tolerante. Ella, antigua reina de belleza, sencilla, pura. La hija, hermosa, inteligente, tartamuda, lo que parece el único problema. Luego, todo se viene abajo, todo se descarrila cuando Merry, esa hija perfecta se convierte en una adolescente políticamente radical y quizá loca, que pone una bomba en el pueblo matando a alguien. Un mundo perfecto que se desmorona. El sueño americano que se convierte en pesadilla. Un novelista que escarba en lo más oscuro de la conciencia de su país y que de algún modo alcanzó a ver lo que estaba por venir.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Fidel.

Pocos personajes han levantado más polémica. Amado, odiado, admirado. Unos celebran su muerte como si se tratara de un carnaval, otros le lloran sinceramente. ¿Héroe, villano, revolucionario, dictador? MI Otra y yo lo vimos en La Habana en una noche sorprendente: era la última noche del año, salimos a festejar a las calles de la ciudad y la encontramos totalmente vacía. No sabíamos qué hacer, así que nos acercamos a una gasolinera que daba al malecón porque era el único lugar con luz. Esperábamos a que empezara el 2006. Entonces, aparecieron dos o tres coches, se estacionaron frente a nosotros y de ellos bajaron un puñado de periodistas, algunos militares y Fidel Castro. ¿Qué hacía Fidel allí, ante no más de quince personas, incluyéndonos a nosotros? Resulta que aquella noche algunos estudiantes fueron voluntarios en algunas gasolineras de Cuba y por tal razón, Fidel decidió dar su mensaje de año nuevo en alguna de esas gasolineras... justo en la que nosotros estábamos. Recordó cómo entró a la Habana junto al Ché y Camilo Cienfuegos. Parecía un abuelo contando historias a sus nietos. Luego subió a uno de los autos y se perdió en la noche. Nosotros temblábamos. Más allá de las opiniones que se puedan tener de este hombre sabíamos que estábamos ante la Historia, y que la historia del siglo XX, nos guste o no, no sería la misma sin él.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Olive Kitteridge

La vida cotidiana en una pequeña ciudad costera en Estados Unidos. Parece tan simple, tan plana como la superficie de un lago quieto, pero igual que un lago, bajo la superficie, hay corrientes, profundidades, animales que se devoran unos a otros, lucha, muerte. Elizabeth Strout, la autora, mira bajo la superficie y nos cuenta la vida con toda su riqueza, sus contradicciones, su dolor, su sinsentido. Olive, la casi protagonista, es incómoda, algo cínica y tan real que uno podría encontrársela escogiendo jitomates en el mercado o caminando por el parque. ¿Es una colección de cuentos o es una novela? No importa. Es conmovedor e inolvidable. Asombra y duele. Sigue doliendo.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Souvenir.

La Pequeña Otra fue invitada al palco de un estadio de futbol. Yo nunca he estado en uno, hubiera querido ir pero no fui invitado. A ella le importa un pepino el futbol pero igual se la pasó muy bien jugando con su amiga inseparable. Volvió cansada y contenta, y por supuesto yo quería que me contara todo lo que vio. Me dijo como eran los uniformes de los jugadores y lo intensamente verde de la cancha. Entonces se iluminó su cara y me dijo: "Papá, te traje un regalito del estadio". Hurgó en sus bolsillos y sacó una servilleta sudada y hecha bolita. Dentro, cuatro palomitas de maíz. Ella se comió dos y me dejó las dos restantes. Creo que nada me ha sabido tan delicioso.

martes, 1 de noviembre de 2016

La niña que amaba las cerillas.

A veces, una novela que te rompe los moldes, que te hacer volver a leer lo que ya leíste, que te enamora despacito. Extraña, diferente, dolorosa, la novela del canadiense Gaetán Soucy no se parece a nada. Una chica (que hasta entonces se pensaba varón) y su hermano, intentan conseguir un ataúd para enterrar a su padre a quien creían Dios. Ninguno ha salido nunca de la granja donde viven, y entonces no pueden imaginar el mundo sino a través de los libros que ella lee. Secretos terribles, locura, y un lenguaje maravilloso e intrincado para una novela que es un descubrimiento.

La Vida Ante Sí.

Momo es un chico árabe que vive en casa de la Señora Rosa, una mujer judía, gorda, vieja y enferma, que escapó de Auschwitz y que cuida a los niños de las prostitutas que trabajan en los barrios bajos de París. Un entorno sórdido y doloroso, brutal, y a pesar de eso -o justo por eso- un amor conmovedor entre ese chico y esa mujer que son lo único que tienen. La solidaridad de los inmigrantes que viven en el edificio, la sabiduría oculta en la pobreza, y esa incondicionalidad absoluta entre dos seres humanos que parecerían tan diferentes. Bellísima novela de Romain Gary, un autor extraño con una vida también de novela.

martes, 31 de mayo de 2016

San Juan

Llevé a la Pequeña otra a San Juan del Río. Fuimos para estar los dos solos, para nadar en el balneario a donde yo iba de niño, para visitar la casa (ahora vacía) donde vivieron sus bisabuelos durante muchos años. La casa donde yo dormía, comía, jugaba, bebía y fui consentidísimo durante toda mi infancia y adolescencia. Hacía años que yo no entraba a ese lugar que era mi casa, una especie de abrazo y de refugio. Con el corazón latiendo fuerte, entramos por el viejo zaguán, caminamos por el patio y por las habitaciones vacías. Todo estaba poblado de recuerdos. Por acá, la cocina donde mi abuela hacía pastes y tamales, más allá, la carpintería de mi abuelo. La pequeña Otra cantó en la habitación donde murió mi abuela porque allí había mucho eco. Más tarde nos sentamos en el patio, frente a la puerta, y le conté historias de aquella casa y de nosotros en ella. Siguen allí algunos árboles de entonces. Frente a nosotros, el limonero. Verde, esbelto, pero sin frutos, quizá por la época del año. Cuando estábamos por irnos, vimos que tirado a los pies del árbol había un único limón. Sólo uno. Grande, luminoso, perfecto. La pequeña Otra lo tomó y decidimos hacer con él una limonada cuando llegáramos a México. Y eso hicimos al volver: dos vasos de limonada con ese limón sobreviviente que encontramos en el patio de casa de los abuelos. La pequeña Otra tomó un par de tragos y dijo: "Está buena. Sabe a San Juan del Río". Y sí, a eso sabía.

viernes, 1 de abril de 2016

El sueño de los tubos

La pequeña Otra soñó y luego nos contó. En cierto lugar nos encontramos unos tubos que eran una especie de túneles por los que era posible deslizarse. Eran también la muerte. Si entrabas a los tubos, morías. Entrábamos. Estábamos muertos pero juntos en un lugar extraño, de suelo color rojo. Sabíamos que estábamos muertos y también cansados. A la pequeña Otra le dolía un poco la panza. En ese lugar había otros tubos, más pequeños. Si entrabas en ellos te volvías nada. Justo eso: nada. Sabíamos que estábamos cansados y que estaba bien entrar a esos nuevos tubos. Dejaríamos de estar cansados, dejaría de doler la barriga. Tranquilamente decidimos entrar. Entramos. Nos volvimos nada

martes, 29 de marzo de 2016

El Color del Verano

Una fiesta. Una fiesta enloquecida, absurda, excesiva, alucinada, sexual, mariconsísima, es la novela de Reinaldo Arenas, el escritor cubano exiliado en Estados Unidos que se suicidó a los cuarentaisiete años, justo mi edad. Una fiesta también de la palabra, que Arenas hace brillar, incandescente. Pero también una fiesta envenenada, porque atrás de tanta pinga descomunal y tanto bollo, atrás de tanta templadera, mamadera y singadera hay una crítica mordaz y despiadada a una tiranía que se hunde, hay un dolor profundo por la propia patria, una rebelión imposible de callar, una rabiosa forma de venganza.

viernes, 19 de febrero de 2016

Umberto Eco (1932-2016)

El ingenio y la inteligencia. La posibilidad de transformar la teoría en literatura. La mirada siempre lúdica y penetrante. Inolvidable la experiencia de encontrarlo por primera vez en El Nombre de la Rosa. Esa especie de burla docta que es El Péndulo de Foucault. Lo mucho que aprendí al mismo tiempo que reía con Baudolino... y tanto más. Hoy murió. Gracias, Maestro.

miércoles, 27 de enero de 2016

El Sermón sobre la Caída de Roma

Esa hermosa sensación de abrir la novela de un autor que desconoces y a las pocas páginas saber que te será imprescindible. Que apenas has dado vuelta a unas pocas hojas y ya eres suyo. Eso, justo así con El Sermón Sobre la Caída de Roma, de Jerome Ferrari. La historia parece tan simple: un par de amigos que renuncian a seguir en la carrera de filosofía para administrar un barecito en su pueblo; también, allí, la historia del abuelo, brevemente la de la hermana. Pero en esa sencillez, Ferrari dice mucho más, dice cosas que me encogen el corazón, dice acerca de la muerte y el nacimiento de mundos. Mundos que aparecen y desaparecen sin darnos cuenta. Mundos que dejan de existir, que nunca más volverán a ser, y que apenas dejan huella. Mundos que acaso nadie recordará. Mundos que terminan para dar a luz otros mundos. Ah... ¡y la prosa de Ferrari! Una especie de rio, de afluente que se desliza. Prácticamente sin puntos y aparte, el río de sus palabras me lleva, crece, se ensancha, se debilita, y yo allí, sumergido y absorto. "En verdad ignoramos lo que son los mundos -escribe Ferrari- podemos acechar, sin embargo, las señales de su fin. El disparo de un obturador en la luz del verano, la mano fina de una joven fatigada, apoyada sobre la de su abuelo, o la vela cuadrada de un barco que entra en el puerto de Hipona, llevando consigo, desde Italia, la noticia inconcebible de que Roma ha caído".

sábado, 23 de enero de 2016

Rojo y Negro

Me había quedado pendiente, Otro. La leí apenas. A veces no es fácil acercarse a los Clásicos con mayúsculas. Da miedo. ¿Y si es muy difícil? ¿Y si es muy antiguo? ¿Y si no? Pues me acerco a pesar de ese miedo y sin darme cuenta cómo, acabo atrapado por la historia, por la intensidad, por las pasiones que se guardan allí. Extraño, que el personaje principal. Julien Sorel sea un cínico, un arribista, un hombre inteligente que en el fondo sólo busca poder y un lugar en la sociedad. Un héroe tan poco heroico. Y sí, adentrarse en otra época, donde la diferencia de clases es aún más salvaje que ahora, donde el amor es una especie de ajedrez complicado lleno de estrategias y mentiras, donde el sexo, eso sí, es lo de siempre, esa fuerza ingobernable; y donde los asuntos de honor se resuelven con un duelo. Me veo incapaz de soltar la novela de Stendhal en su parte final, atrapado, agotado, triste y a la vez, feliz

martes, 19 de enero de 2016

Michel Tournier (1924-2016)

Ayer murió Michel Tournier, quien escribió "Viernes o los limbos del Pacífico", esa extraña e inquietante novela que, entre otras cosas, me enseñó que la realidad no existe sin el otro que confirme mi mirada. "No concibo otra mejor definición de adulto que esta: es adulto aquel que, cualquiera sea su edad, ha perdido a alguien".