miércoles, 27 de enero de 2016
El Sermón sobre la Caída de Roma
Esa hermosa sensación de abrir la novela de un autor que desconoces y a las pocas páginas saber que te será imprescindible. Que apenas has dado vuelta a unas pocas hojas y ya eres suyo. Eso, justo así con El Sermón Sobre la Caída de Roma, de Jerome Ferrari. La historia parece tan simple: un par de amigos que renuncian a seguir en la carrera de filosofía para administrar un barecito en su pueblo; también, allí, la historia del abuelo, brevemente la de la hermana. Pero en esa sencillez, Ferrari dice mucho más, dice cosas que me encogen el corazón, dice acerca de la muerte y el nacimiento de mundos. Mundos que aparecen y desaparecen sin darnos cuenta. Mundos que dejan de existir, que nunca más volverán a ser, y que apenas dejan huella. Mundos que acaso nadie recordará. Mundos que terminan para dar a luz otros mundos. Ah... ¡y la prosa de Ferrari! Una especie de rio, de afluente que se desliza. Prácticamente sin puntos y aparte, el río de sus palabras me lleva, crece, se ensancha, se debilita, y yo allí, sumergido y absorto. "En verdad ignoramos lo que son los mundos -escribe Ferrari- podemos acechar, sin embargo, las señales de su fin. El disparo de un obturador en la luz del verano, la mano fina de una joven fatigada, apoyada sobre la de su abuelo, o la vela cuadrada de un barco que entra en el puerto de Hipona, llevando consigo, desde Italia, la noticia inconcebible de que Roma ha caído".
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