viernes, 28 de noviembre de 2008

Pequeña Otra


"Nadie tiene
la verdad absoluta
excepto yo:
tú"

(Alejandro Aura)

martes, 25 de noviembre de 2008

el encuentro


El encuentro fue -y sigue siendo- bellísimo y asombroso.
Me refiero al encuentro de mi pequeña Otra y esos objetos mágicos, los libros, que tan presentes están en mi vida y la de mi Otra. Los libros que son ventanas para ver el mundo, espejos para vernos a nosotros mismos, laberintos donde perdernos, estaciones de salida para ir lejos y estaciones de llegada para volver a nuestro espacio más íntimo, revelación de lo no visto, encuentro con otros, similares y distintos.
Resulta que al acercarle este objeto mágico, la pequeña brinca, grita, se estira, abre los ojos y la boca, ¡Se entusiasma tanto! Cuando terminamos de leer se enoja muchísimo y hay que esconder el libro para que no se ponga roja del berrinche.
Eso si, no cualquier libro. Ella ya eligió su obra literaria favorita: se trata de "Miffy", de Dick Bruna (bendito él), la historia de la llegada de una conejita al mundo.
Luego, Otro, si quieres te la cuento.
Ya me la sé de memoria.

sábado, 15 de noviembre de 2008

La Magia es ver


“Puedo contarte de muchos lugares del Mundo. En cuantos sitios se han posado las tórtolas de mi manto. Qué tan pesada es el agua de los ríos sagrados. Cómo es el mar de los minúsculos pueblos de pescadores. O un grano de arena del desierto. Qué es lo que caracteriza una vista desde los glaciares. Por qué en una estepa una brizna de hierba parece ser más alta que un pino. Si hay más cielo por aquí o por allá. Qué tan alto te ves entre las bóvedas de una noche serena. Y por dónde puedes crecer hasta la Osa Mayor. Puedo contarte de muchos lugares del Mundo. Pero, lo entenderás mejor si te lo canto”. (Goran Petroviç)

Acabo de conocer a quien escribió esas palabras, Otro.
Tiene la apariencia del grandulón del colegio. Alto y fuerte y un poco encorvado, como avergonzado de su talla. Cara dura, ojos suaves.
Es serbio. Se llama Goran Petroviç.
Me acerco con la profunda emoción que siento ante alguien a quien admiro tanto.
Al darnos la mano, la mía se pierde entre la suya. Mano de luchador. Enorme.
Lo veo y me pregunto ¿cómo está escondido allí el escritor prodigioso que es? ¿dónde guarda la maravilla, la ternura, la poesía? ¿Cómo hace visible lo invisible?

Alguien le pregunta: ¿cómo haces para crear magia? Y el responde: “Cada vez vamos perdiendo más partes de lo que somos, cada vez hay más cosas que no nos importan, que nos son indiferentes. Dejamos de ver los detalles. Y yo, estoy obsesionado con los detalles.
El momento en que algunas motas de polvo vuelan despacio y son iluminadas por el sol. Eso es la magia.
Para mí, la magia es ver”.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Cuarenta


"Los mapas se puede hacer sin cadenas, cuerdas, pasos, triángulos, brújulas, astrolabios, teodolitos, escalas, compases, lápices, gomas de borrar, reglas, micrómetros, planímetros, transportadores, curvímetros, catalejos, planchetas, eclímetros, binoculares, taquímetros, cuadrantes, niveladores, dioptómetros, o sextantes.
No se pueden hacer sin valentía".
(Goran Petroviç)

Cuarenta sin haberme convertido en el señor barrigón y de corbata que temía ser.
Cuarenta y aún ese espacio vacío entre El Loco y El Mundo, las cartas del Tarot.
Cuarenta y hace apenas unos días, al subir al taxi, el chofer me preguntó: "Y qué jóven ¿viene de estudiar?"
Cuarenta y me vuelo clases.
Cuarenta y amanezco lleno de los regalos de mi Otra.
Cuarenta y acabo de arrullar y hacer dormir a una paloma de 4 meses.

lunes, 10 de noviembre de 2008

espiral


No en la nada infinita del espacio
ni en el cosmos y su ráfaga de antorchas
ni en la estela lactea y muda de las noches
ni en la luz de las estrellas fallecidas
ni en el sol, nuestra vecina lamparita
ni en la sábana celeste que nos cubre
ni en la meta siempre allá del horizonte
ni en las nubes y su andar de vacas mansas
ni en la patria, ¿qué es la patria sino un nombre?
ni en los muros silenciosos de esta casa
ni en la clara habitación donde transcurres
ni en la cuna donde arrullo tus mañanas
no en mis ojos ni en mis labios que te nombran
ni en mis brazos que se sueñan tu refugio
sino aquí, justo en el centro de tu ombligo
donde todo y nada y cuándo y dónde
y siempre.