martes, 25 de noviembre de 2008
el encuentro
El encuentro fue -y sigue siendo- bellísimo y asombroso.
Me refiero al encuentro de mi pequeña Otra y esos objetos mágicos, los libros, que tan presentes están en mi vida y la de mi Otra. Los libros que son ventanas para ver el mundo, espejos para vernos a nosotros mismos, laberintos donde perdernos, estaciones de salida para ir lejos y estaciones de llegada para volver a nuestro espacio más íntimo, revelación de lo no visto, encuentro con otros, similares y distintos.
Resulta que al acercarle este objeto mágico, la pequeña brinca, grita, se estira, abre los ojos y la boca, ¡Se entusiasma tanto! Cuando terminamos de leer se enoja muchísimo y hay que esconder el libro para que no se ponga roja del berrinche.
Eso si, no cualquier libro. Ella ya eligió su obra literaria favorita: se trata de "Miffy", de Dick Bruna (bendito él), la historia de la llegada de una conejita al mundo.
Luego, Otro, si quieres te la cuento.
Ya me la sé de memoria.
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3 comentarios:
Justo en un libro (por cierto uno que tú me prestaste) me encontré unas bellísimas palabras. Cada una de ellas me han hecho pensar en tu pequeña Otra.
Helas aquí, para tí y para tu pequeñita amante de obras literarias:
"Niña-dijo Milagros con la solemnidad de una sacerdotisa- yo te deseo la locura, el valor, los anhelos, la impaciencia. Te deseo la fortuna de los amores y el delirio de la soledad. Te deseo el gusto por los cometas, por el agua y los hombres. Te deseo la inteligencia y el ingenio. Te deseo una mirada curiosa, una nariz con memoria, una boca que sonría y maldiga con precisión divina, unas piernas que no envejezcan, un llanto que te devuelva la entereza. Te deseo el sentido del tiempo que tienen las estrellas, el temple de las hormigas, la duda de los templos. Te deseo la fe en los augurios, en la voz de los muertos, en la boca de los aventureros, en la paz de los hombres que olvidan su destino, en la fuerza de tus recuerdos y en el futuro como la promesa donde cabe todo lo que aún no te sucede. Amén.
-Amén- repitió Josefa bendiciendo la fe y la imaginación de su hermana."
(A. Mastretta)
Me has hecho recordar que, cuando Aitana era bebé, cuando mirábamos uno de sus libros y llegábamos a la página en que salían dibujados los conejitos se ponía a manotear contenta sobre los dibujos. No sabía hablar pero me hacía saber que esa era su ilustración preferida.
Un saludo.
:)
Me voy de aquí sonriendo, imaginando, recordando. Felicidades a la pequeña Otra, acaba de comenzar una historia interminable. Es siempre una satisfacción asomar la cabeza por este lugar. abrazos para todos.
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