martes, 26 de agosto de 2008

duda



¿Sabré mirarte yendo a la aventura?
¿Sabré anhelar tu anhelo de algo lejos?
¿Sabré saberte tú, saberte tuya
y amar tus alas cuando llegue el tiempo?

martes, 12 de agosto de 2008

En la gota de ambar


Van terminando los días de vacaciones, que coincidieron con los primeros días de la pequeña Otra. ¡Ha sido tan hermoso compartir este espacio con mis dos mujeres! Este espacio que es como estar dentro de una gota de ámbar.
No te confundas, Otro. Cuando pienso en esta metáfora no estoy pensando en un lugar suave y empalagosamente dulce. Todo lo contrario. Quizá estos días han sido los más intensos, cansados y difíciles de mi vida. Muchas veces me he sentido en el límite de… de algo.

Veo a mi Otra con la pequeña en brazos, escucho como la arrulla y le canta eso que dice: “En una palangana vieja sembré violetas para ti…” y no puedo sino admirar su enorme fuerza y su paciencia.

Estos días terminan. Ya empieza a reclamarme el ruidoso trajinar del día a día, de las prisas, de las clases, del metrobús atestado. Poco a poco, con nostalgia, voy saliendo de esta experiencia. No del todo, por supuesto, pues bien sé que ya no saldré jamás, pero sí de este inicio, estos primeros días de Su vida, de nuestra vida juntos.

Hoy sólo puedo sentirme profundamente bendecido por el privilegio bellísimo y difícil de haber vivido, por unos días fugaces, en una gota de ámbar.

miércoles, 6 de agosto de 2008

El Encargado de la Caca


Y tú que pensabas, Otro, que quizá mi vocación estaba en la docencia, en la terapia, en la palabra escrita. Nada de eso.
En estos días se me ha revelado que mi verdadera maestría está en la tarea cotidiana de quitar el pañal sucio, limpiar bien la zona, poner la pomada contra las rozaduras, colocar el pañal limpio. Una y otra vez. Varias durante el día… y durante la noche.

Eso no significa que mi Otra no participe de esta tarea, también le toca muchas veces; es sólo que ella está haciendo otras todo el tiempo. Y esas no puedo hacerlas yo. Me encantaría tener un pecho suave y rebosante de leche tibia… pero no tengo. Parece que mis brazos no son los mejores para dormir a la pequeña, y que incluso no soy el indicado para hacerla repetir, pues siempre que lo intento, ella se revuelve, me empuja con sus piernitas y me rasguña la cara.

Así que mi tarea se ha vuelto esta. Yo mismo me he nombrado el Encargado de la Caca, para servir a ustedes.

Y luego de la experiencia de estos días, juro con una mano sobre mi corazón y otra sobre su pañal, que no hay título más alto ni más honroso, y que no lo cambiaría por el de ningún marqués ni conde ni princesa.

lunes, 4 de agosto de 2008

el asombro cotidiano


En contra de lo que sabios pedagogos y educadores opinan, y en contra de lo que la higiene y las reglas de la buena educación sugieren, ella, la Pequeña Otra, duerme entre nosotros, bajo las mismas sábanas, en el mismo calorcito.
Se duerme haciendo mil ruiditos y pujidos.
A veces no es fácil y al otro día, mi Otra y yo amanecemos un poco entumidos, muy rectos como varas y acomodados justo a la orilla de la cama mientras la pequeña duerme extendida cuan corta es.

Pero todo eso vale la pena a cambio del contemplar el asombroso espectáculo cotidiano de su despertar:
Comienza por hacer más ruidos que los del sueño, suspira, se agita, bosteza. Tiembla y se estira con los puñitos apretados. Y se vuelve a quedar quieta. Un nuevo intento, encoge las piernitas, medio abre un ojo -una rendijita-, vuelve a bostezar y vuelve a quedarse quieta. Así una y otra vez, hasta que en uno de esos intentos, treinta o cuarenta minutos después, luego de un nuevo bostezo, un nuevo suspiro y un nuevo estirón con temblor de puños, logra al fin abrir los ojos, un poquito antes de lanzar el primer llanto de la mañana.

Entonces, sólo entonces, nace el día.

sábado, 2 de agosto de 2008

Una vez mas, Alejandro


"... La fe
llueve
en la calle
y anda el amor
juntando
muchachos y muchachas.

Mueran los que no creen
que la vida
se construye
a cada instante
y es hermosa.

Mueran, o sean condenados
a un millón
de latigazos
de esperanza".

(Alejandro Aura)