sábado, 1 de agosto de 2009

el lugar


Hasta ayer, el pecho de mi Otra había sido infalible. Si la pequeña despierta en la madrugada, el pecho la calma y la duerme. Ayer no.

La pequeña Otra está enferma. Tiene una gripe más grande que ella.
Cuando despertó llorando le dieron pecho... pero su nariz estaba completamente tapada. Si mamaba no podía respirar. Intentamos varias veces y no hubo modo. Ella lloraba desconsolada. Su llanto se hizo grito, desesperación, furia. No había modo de consolarla. La cargaba uno, la abrazaba el otro. Su llanto, su grito no paraba. Y nada duele más que eso. Nada.

Entonces mi Otra la tomó en sus brazos, junto a su corazón, sentada sobre la cama, y yo abracé a mi Otra por la espalda, tan cerca como era posible, sosteniéndola.
Y fuimos juntos, los tres, a un lugar hondo, profundo. Un lugar extraño de extremos que se confunden. Un lugar muy oscuro pero resplandeciente, horriblemente hermoso. No encuentro modo de describirlo. Ese lugar sin nombre.
Pasó un tiempo que parecía eterno, hasta que poco a poco, bajó la furia, bajó el llanto y la pequeña se quedó dormida. Seguimos así un rato más, hechos bolita, hasta que la escuchamos respirar por la nariz.
Nunca, desde que tengo memoria (quizá antes si) estuve tan cerca de alguien, nunca tan unido.
Luego, llegó la luz del día.