martes, 1 de noviembre de 2016
La niña que amaba las cerillas.
A veces, una novela que te rompe los moldes, que te hacer volver a leer lo que ya leíste, que te enamora despacito. Extraña, diferente, dolorosa, la novela del canadiense Gaetán Soucy no se parece a nada. Una chica (que hasta entonces se pensaba varón) y su hermano, intentan conseguir un ataúd para enterrar a su padre a quien creían Dios. Ninguno ha salido nunca de la granja donde viven, y entonces no pueden imaginar el mundo sino a través de los libros que ella lee. Secretos terribles, locura, y un lenguaje maravilloso e intrincado para una novela que es un descubrimiento.
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