lunes, 15 de marzo de 2010
Miguel Delibes
La aparente simpleza (pocas cosas tan complejas como escribir con sencillez, pocas tan arduas como la transparencia).
Las palabras limpias y duras como piedras.
La raíz que se nutre de la oscuridad de la tierra, en su hondura.
La mirada a veces cruel.
Los retratos en sepia de la gente simple, de los pequeños, los últimos, los heridos.
Pienso en tres novelas suyas que me llevaron al silencio: "La Hoja Roja", "La Sombra del Ciprés es Alargada", "Los Santos Inocentes".
Murió hace tres días.
Gracias, Don Miguel.
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