viernes, 6 de febrero de 2015
De nuevo, Salter
"Quiere que sus hijas tengan una vida antigua y una vida nueva, una vida indivisible de todas las vidas pretéritas, que emane de ellas, que las sobrepase, y otra vida que sea original, pura, libre, que trascienda el prejuicio que nos protege, la costumbre que nos moldea. Las está preparando para ese viaje. es como si solo dispusiese de una hora y en esa hora tuviese que llenar todas las alforjas, impartir todos los consejos. Anhela darles la sentencia que ellas recuerden siempre, que lo abarque todo, que les señale el camino, pero no la encuentra, no la reconoce. Sabe que es más valiosa que cualquier cosa que puedan poseer, pero no la tiene".
Años luz.
"Su vida es misteriosa, es como un bosque; desde lejos parece una unidad que cabe comprender y describir, pero más cerca empieza a separarse, a disolverse en luz y sombra de una densidad que ciega (...) No hay una vida completa. Hay solo fragmentos. hemos nacido para no tener nada, para que todo se nos pierda entre los dedos. Y sin embargo, esta pérdida, este diluvio de encuentros, luchas, sueños...".
Yo quisiera escribir como James Salter. Hay tantos libros que son interesantes o conmovedores, tantos autores que te revelan cosas. Pero no es tan común encontrar a un escritor que desde las primeras páginas se vuelva tuyo, que sientas que te enseña un modo de mirar y que elija palabras que te hacen temblar. Entré en la novela de Salter por las muchas referencias que había leído, con curiosidad, paso a paso. Trata de la vida, así de sencillo: no hay misterios ni aventuras ni cosas extrañas; solo la lenta erosión de una pareja, las hijas que crecen, los amigos que vienen y se van, los amantes que también, los años que se acumulan, la libertad siempre inalcanzable, la nostalgia; es decir, la vida. De algún modo es la historia de todos. ¿Qué es lo que la hace tan hermosa? Que Salter es capaz de ver el alma de todo eso, o así me parece. Es capaz de mirar la esencia de sus personajes, de sus historias, de sus paisajes; lo que está más allá de lo aparente. Y además lo hace con una prosa delicada y contenida, poética, bellísima. Sus comparaciones son totalmente inesperadas y deslumbrantes, su ritmo lento y sabio. Leo muchos fragmentos con un nudo en la garganta. Siento que me mira el alma. Por todo eso, yo quisiera escribir como James Salter.
"No era como las demás. Sonreía, hacía amistades, al atardecer desaparecía. Lo sagrado es siempre remoto"
Suscribirse a:
Entradas (Atom)