domingo, 17 de mayo de 2015
Alexander Calder: Los derechos de la danza.
La exposición en el museo Júmex es bellísima. Juan García Ponce, el escritor mexicano, escribió que Calder había conquistado para la escultura los derechos de la danza. Si te das una vuelta, Otro, entenderás. Parece que sus esculturas están a punto de echarse a volar. La Pequeña Otra, feliz, iba bautizando las obras sin título.
domingo, 3 de mayo de 2015
La Hondonada.
Dos hermanos, la vida que los separa, la mujer de ambos, una hija. El modo como la realidad nos lleva y nos trae, nos inventa y nos despedaza. Los errores que se pagan durante toda la vida, y sobre todo, le hermosísima historia de un padre y una hija. Imposible no pensar en la Pequeña Otra y en mí, con miedo, con dudas, con esperanza. Luminosa y conmovedora.
Del Color de la Leche.
Dar voz a quienes no tienen voz, una de las posibilidades de la literatura. Nell Leyshon da voz a una adolescente campesina del siglo antepasado, condenada, como casi cualquier mujer de su condición, a pertenecer a otros, a ser solo una sombra, siempre silenciosa, casi una mercancía. Pero Mary, la protagonista, aprende a leer y a escribir por una casualidad. Entonces podrá poner palabras a su historia. Una novela delicada e intensa, perturbadora.
El Navegante Dormido.
De nuevo, Abilio Estévez. Su prosa llena de olores, sabores, texturas y sonidos. Una familia cubana, a la orilla del mar, esperando la llegada de un ciclón. Bisabuelos, abuelos, padres y nietos, cada uno con su historia; cada historia llena de vida. La nostalgia por la Cuba que se fue, el compromiso con la Cuba actual, los jóvenes hartos de esas dos Cubas, con la mirada puesta en el Norte. Exuberante, viva, conmovedora.
sábado, 2 de mayo de 2015
La Veritá.
La mezcla, el caos, lo grande y lo pequeño, lo sublime y lo absurdo, lo delicado y lo torpe. Algo así es La Veritá, el hermoso espectáculo escrito y dirigido por Daniele Finzi. Mientras me conmuevo, surge algo asombroso; mientras me asombro, algo me provoca risa; antes de acabar de reír, surge una música bellísima; junto a la música, lo onírico. No sé hacia dónde mirar ni qué sentir. Una reunión de amigos, una mujer en un trapecio, hombres en tutú con rostros de Dalí, dientes de león, una lluvia de corchos, seres con cabeza de rinoceronte que tocan el piano, un coleccionista en escafandra, una chica que escupe caramelos. La belleza, la ternura, la risa, el asombro, la extrañeza... todo a la vez, todo mezclado. ¿Pero no es así la vida?
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