viernes, 4 de junio de 2010

Pequeño discurso fúnebre.


Que desde allá puedas mirarnos y advertirnos del peligro.
Que nos cuides a todos, en especial a tus compañeros de vida y a tus niños, con quienes fuiste maternal y amorosa a tu manera, es decir, a lametones, a olisqueadas, a movimientos de rabo.
Que encuentres un infinito prado verde donde puedas correr como el viento.
Que haya grandes extensiones de tierra suave para cavar hoyos profundos.
Que haya comida y huesos.

Que exista ese paraíso para ti.

1 comentario:

Victoria Heitzmann dijo...

Precioso recuerdo para esa compañía tan fiel, tan cercana que se ha ido, Hace año y medio nos dejó también nuestra perra Andy. No soy capaz de escribir algo tan tierno como tu poema, pero también quise dejar un recuerdo de Andy en mi blog: http://victoria-heitzmann.blogspot.com/2009/01/adios-andy.html

Un abrazo
Victoria