domingo, 18 de septiembre de 2011

La bestia del corazón


"Y todos tenemos hojas. Las hojas caen cuando terminamos de crecer porque la niñez ha terminado. Y las hojas vuelven cuando nos marchitamos porque el amor ha terminado".

Confieso que tenía miedo de leer alguno de sus libros. No sé por qué. Quizá por su tema obsesivo (la miseria en la Rumania de Ceausescu) o por su mirada afiladísima y helada. Acabo de terminar mi primera cita con ella, y digo primera porque ahora sé que habrá muchas más.
La novela de Herta Müller me lastimó y me fascinó al mismo tiempo. Narra lo terrible con una belleza conmovedora, pinta la oscuridad con luz. Las vidas de unos pocos jóvenes que tratan de resistirse a la maquinaria invencible que desea triturarlos. De nada sirven los esfuerzos.
¿Cómo será vivir en un país en donde la única salida posible es el suicidio? Vidas heridas, despedazadas por una presencia omipresente y turbia. Y ante tanta muerte, la poesía como único e insuficiente refugio. Y las pequeñas cosas (Cierto Herta, los muertos no volverán a perder un botón). Y el amor, siempre vulnerable, siempre doloroso de unos cuantos.

"Ante nuestros ojos desfilaba una manada de animales que se daban a la fuga. Dije a Georg: Mira, la bestia de tu corazón emigra".

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