domingo, 20 de mayo de 2012

Fuentes

En la adolescencia quedé deslumbrado por dos de sus libros: Aura, esa perturbadora historia de fantasmas; y Cristobal Nonato, donde Fuentes imaginaba el futuro de este país herido. Luego, muchos libros más, algunos asombrosos; casi todos, inteligentes. Su gringo perdido en la Revolución Mexicana, su cacique agonizando, la ciudad maravillosa y monstruosa por la que camina Ixca Cienfuegos, La historia de la que es testigo Laura Díaz... Dos de sus cuentos son, para mí, perfectos: Las dos orillas y Las amigas. El primero en El Naranjo o los Círculos del Tiempo, el segundo en La Frontera de Cristal. Siempre o casi siempre, la pareja y el misterio del sexo, un país que pareciera imposible y que sin embargo existe, y una lengua a la que amó y desgarró y profanó, que es lo que debe hacer un escritor.

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