martes, 19 de marzo de 2013
El origen
Opresiva y asfixiante, absolutamente pesimista es la novela de Thomas Bernhard. El adulto recuerda aquellos años de adolescencia en un internado nazi primero y en uno católico después. No hay diferencia para él, el edificio, incluso, es el mismo. El mismo salón donde cantaban loas a Hitler es luego la capilla donde cantan alabanzas a Jesucristo. No hay diferencia entre el director nazi sádico y el prefecto católico también sádico. No hay lugar para la esperanza. El suicidio es el pensamiento obsesivo, y todos, absolutamente todos, el sistema educativo, los adultos, la ciudad entera, son cómplices de la aniquilación de lo creativo, de lo sensible y de lo humano. La maestría de Bernhard consiste en construir una novela autobiografica en donde la forma es idéntica a lo contado: no hay espacios en las páginas, no hay puntos y aparte, no hay diálogos, no hay posibilidad de escapar. Al leer me siento atrapado y oprimido por renglones que a cada página se asemejan más a barrotes de una cárcel.
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