viernes, 29 de noviembre de 2013
Los pájaros amarillos.
Un par de chicos. Uno de veintiún años y otro de diez y ocho. Chicos de pueblo. Quieren hacerse hombres, que no los molesten en los bares, quieren dejar de ser los raros. Y se alistan en el ejército y van a Irak. Y la guerra se los traga enteritos, les despoja de su inocencia, los hace pedazos. La novela de Kevin Powers -contenida, precisa, intensa- narra lo que ocurre a esos chicos en unos pocos meses, lo que queda de ellos. Y sabe lo que cuenta: él estuvo allí. Sí, a lo lejos ondean las banderas, suenan los himnos, se escuchan discursos que hablan de heroísmo y libertad; pero eso no le importa a la Guerra. Ella devora todo a su paso, y nunca se harta.
viernes, 15 de noviembre de 2013
Échate
La pequeña Otra se acuesta en mi cama, aún somnolienta; me mira y dice: "Échate aquí", abre los brazos de par en par y sonríe con la boca y con los ojos aún llenos de sueño. Yo me acuesto encima y ella me abraza fuerte, me estrecha contra ella y dice bajito: "Qué ricura". Yo vuelo y por un breve momento sé que el cielo existe.
viernes, 8 de noviembre de 2013
El fondo del cielo
"Y está claro que en la calma resignada y última de mis ojos descorazonados (que no son ojos, que no se llaman ojos), late y está, también, el deseo imposible, el sueño absurdo de que alguien, una noche de verano, con fuegos artificiales estrellando en el cielo, experimente una extraña sensación de sentirse observado desde tan lejos, y que mire hacia arriba y que, sin verme, me mire mirarlo por última vez".
¿Es una novela acerca de seres de otros mundos o sobre unos adolescentes tan solitarios que no les queda más remedio que imaginarse extraterrestres para alejarse de lo aburrido de sus vidas? ¿Es una novela de ciencia ficción o una extraña novela de amor? ¿Es una novela sobre el fin del mundo o sobre el fin de la inocencia? Puedo decir, eso sí, que la novela de Rodrigo Fresán es bellísima y rara, de una delicadeza poco común y que bajo una historia en la que conviven la caída de las torres gemelas, la guerra de Irak, científicos locos y planetas lejanos, hay siempre una profunda melancolía, esa que nos lleva a atesorar pequeños momentos a los cuales nos aferramos para seguir siendo quienes somos.
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