martes, 10 de marzo de 2015
La Edad de Hierro.
El otro, es decir, lo desconocido. El deseo de domesticarlo o de desterrarlo, de volverlo yo para que pierda su capacidad de inquietarme la conciencia y perturbarme la identidad. El otro. De eso trata la poderosa novela de Coetzee: el encuentro, el choque, la experiencia del otro. Una anciana con una enfermedad terminal encuentra muy cerca de su casa a un mendigo alcohólico y sucio durmiendo en cajas de cartón. Lo corre de allí, pero el mendigo vuelve. Le pide que trabaje, pero el mendigo la insulta. Se trata del otro, de ese otro que por incómodo queremos hacer desaparecer o queremos hacer distinto. Luego, poco a poco, la aproximación. Mirar al otro y reconocerlo otro. El encuentro con aquel hombre y con la brutal realidad de Sudáfrica durante el apartheid. Saberse parte, descubrirse vinculada, asumir la imposibilidad de ser indiferente. Novela inteligente, bellísima y brutal. De esas que te dejan su arañazo en la conciencia.
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