sábado, 7 de abril de 2018

Guerra.

La pequeña Otra tiene 9 años. Crece, cambia, permanece. Desde hace unas semanas me invita a la guerra. Lo noto en su mirada, en su media sonrisa: está lista para entrar en combate. A veces nos acercamos lentamente y otras, la lucha inicia de pronto, con un lance sorpresivo. Hunde su nariz en mi cuello y yo en el suyo. Y olemos, rápida, intensamente, como para acabarnos el olor del otro. Me pierdo en esa delicia, en eso que es sólo suyo, dulce y tibio, fresco, tierno. Yo juego a quitarme, queriendo en el fondo que esa hermosa guerra, "la guerra de olisqueadas", como ella lo llama, no termine nunca, nunca, nunca.

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