domingo, 17 de febrero de 2008

A la orilla


Debe medir unos cinco pasos de ancho, no más; y quizá diez o doce pasos de largo. Una portería de pie en un extremo y una caída en el otro.
Está a la mitad de una barranca.
A la orilla de la pequeñísima cancha, la barranca. Atrás de la portería, la barranca. Resultaría imposible jugar más de dos minutos sin que el balón cayera rebotando a la barranca.
Y sin embargo está allí, retando a todos los absurdos.

¿Quién la hizo? No lo sé. Pero cada vez que paso por allí, sonrío. Y agradezco.
Doy gracias a quien decidió que jugar vale la pena aún en las condiciones más insospechadas, a quien levanta la risa en el brevísimo lugar que le toca, a quien se atrevió a construirse un pequeño espacio de libertad aunque esté cercado de imposibles

2 comentarios:

Claire dijo...

Son esos espacios que miramos cotidianamente y que de pronto tienen un significado. Yo he visto porterías a la orilla de la carretera, cerca de basureros, en calles transitadas por carros y también me había preguntado cómo le hacen para jugar ahí. Quizás no importe, simplemente son lugares para jugar, pasar un buen rato y olvidar.

Hummingbird dijo...

Me uno al agradecimiento...

Gracias a quien puede encontrar posibilidades enmedio de imposibles.
Gracias a quien puede confiar en que, muchas veces, lo escaso resulta vasto.