martes, 27 de mayo de 2008

San Juan del Rio


El limonero, el níspero, la higuera,
su sombra vegetal, su melodía,
y el agua memoriosa y transparente
que viene y va, que fluye, que respira.

El olvidado y tibio aroma de las cosas,
de la nata, del café, de las tortillas,
la diminuta luz, constante, sigilosa
y las manos del amor en la cocina.

Y en el fondo, donde empiezan los misterios
donde se cuentan chismes las gallinas,
hay la luz y la silueta de aquel hombre:
el alquimista de la carpintería.

1 comentario:

Ingrid dijo...

"El alquimista de la carpintería"... el alquimista de las letras...

Al leer la combinación de palabras que utilizas, el sabor de boca que tengo cambia, percibo olores diferentes y las texturas de cada una de las letras son perceptibles al tacto. Gracias.