martes, 11 de octubre de 2011
El sabotaje amoroso
"En el liceo francés de Nueva York, diez niñas se enamoraron locamente de mí. Las hice sufrir abominablemente.
Fue maravilloso".
Desde la primera página la niña de ojos inocentes me toma de la mano y me dejo llevar. Al principio, como siempre, con dudas; luego, pocas páginas después, soy suyo. Todo allí, todo: la guerra, la traición, la aventura, la pasión arrebatadora, el desamor, la venganza, la obsesión... como se vive a los siete años.
Amelie Nothomb hace una novela hermosa y ácida con un pequeño pedazo de su biografía. No tiene piedad ni pudor, y si, en cambio, enorme belleza, inteligencia y un sentido del humor único y feroz. Cada página es un hallazgo, una ráfaga de lucidez, y por si fuera poco, la escritora belga no se parece a nadie.
"Llamo caballo a ese irrepetible lugar en el que es posible perder todo anclaje, todo pensamiento, toda consciencia, toda idea de mañana, para convertirse sólo en un impulso, para ser únicamente algo que se despliega.
Llamo caballo a esa entrada en el infinito y llamo cabalgada a ese momento en que me encuentro con las multitudes de mongoles, de tártaros, de sarracenos, de pieles rojas u otros hermanos de galope nacidos para ser jinetes, es decir: para ser.
Esta es la razón por la cual nunca un caballo ha merecido tanto el nombre de caballo como el mío.
Si Elena no fuera ciega, se daría cuenta de que esta bici es un caballo y me amaría".
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