sábado, 24 de enero de 2015

El testamento de María.

Parecía extraño que Colm Toibin, el novelista irlandés que escribió sobre Henry James y sobre los emigrantes que llegaron a Nueva York, decidiera escribir un texto para dar voz a María de Nazareth. Una María ya vieja y cansada que vive en Éfeso y recuerda lo sucedido durante la Pasión. La novela es bellísima, triste, desgarradora. Porque Toibin humaniza a María y la convierte en una mujer llena de dudas, que no cree ni le importa que Jesús fuera el Mesías, que opina que los apóstoles eran una banda de fanáticos, que se siente culpable de su propia cobardía, que acude a rezar al templo de Artemisa, que mira con extrañeza a un Jesús que de pronto dice cosas raras y se vuelve importante. Cuando le dicen que su hijo sufrió lo que sufrió para "Salvar a la humanidad", opina, sin la menor duda, que no valió la pena. María, en la novela de Colm Toibin es una mujer que se rebela contra ese destino. No le importa una mierda que Jesús fuera el hijo de Dios. Para ella era simplemente su hijo y lo miró morir en la cruz. En sus últimos años sueña con un único milagro: que no hubiera pasado lo que pasó; y que Jesús siguiera siendo nada más que su hijo, al que amamantó, al que llevaba de la mano, al que arrullaba para que durmiera.

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