sábado, 23 de septiembre de 2017
Un regalo
De pronto eso: la posibilidad de la enfermedad. Sólo la posibilidad. Pero con eso basta. Un soplo helado que nos roza. La incertidumbre, la cabeza que no se detiene, el miedo, la espera; porque hay que esperar para saber. A veces un hoyo en la panza, en el alma, en ese lugar donde la panza es el alma. ¿Cómo sería si...? Finalmente la noticia de que todo está bien, de que es algo sencillo. El alma vuelve a expandirse. Pasó. ¿Pasó? No. Porque hay algo distinto, aunque no pueda verse, aunque no se note. La vuelvo a mirar, despacio, a detalle. Y agradezco al Misterio por el regalo inmerecido de su presencia en mi vida, por el milagro cotidiano de su existencia a mi lado. Y siento que nada volverá a ser igual, aunque lo sea.
martes, 12 de septiembre de 2017
Aún.
Hace algunas semanas. La pequeña Otra y yo nos fuimos solos a la cabaña cerca del bosque en El Chico, Hidalgo. El resto de la familia nos alcanzaría luego. Dos días y dos noches para nosotros. Jugamos, reímos, recogemos manzanas, nos empapamos, jugamos futbol, vamos al pueblo, visitamos y damos manzanas a los caballos, brincamos charcos, liberamos a un pequeño murciélago que la maravilla, cocinamos, exploramos el cementerio de noche, buscamos al pájaro Popurrí (ese que solo nosotros hemos visto), caminamos por el bosque inventando aventuras, vamos a la cascada, comemos cocoles. Volvemos a repasar antiguos juegos que hemos jugado decenas de veces. Sus ojos brillan, se escuchan sus carcajadas. Por la noche prendemos la chimenea. Dormimos juntos, abrazados, hechos una bolita tibia y palpitante. Despierta a mi lado, sonriendo, con todo el día por delante. Tata y Rana, sus títeres desde que tenía dos años nos acompañan, fieles siempre. Asombrado, conmovido, me doy cuenta de que su niñez sigue allí, luminosa, intacta. También sé que no será por mucho tiempo. Hay una intimidad dulcísima, una complicidad solo nuestra. Y yo agradezco al Misterio que me regale este tiempo con ella. ¿Cuánto queda de su infancia, carajo, cuánto? La belleza me ahoga. La nostalgia adelantada de lo que un día no será. Pero por ahora es. Aún... aún...
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