miércoles, 20 de febrero de 2008
velar y revelar.
"Todo ser es capaz de desnudez" (André Gide)
Somos unos pocos los que en la calle la contemplamos. La gente, los coches pasan de largo sin alzar la vista.
Poco a poco esconde su brillo tras un suave velo de sombra. Es como si guardara silencio. Como si se sonrojara.
Se transforma. Se vuelve rojiza... o café. No sé. Ese color me resulta indefinible.
Color de luna eclipsada.
La miro. La miramos, porque a mi lado esta mi Otra y también mi Otra que la habita, diminuta.
Es extraño. Al velarse, se revela. Como cuando la ropa nos muestra la desnudez que oculta.
A veces la olvido, yo tan terrenal. Pero cuando se oculta... se muestra.
¿Es así? ¿Hace falta que la belleza se esconda para que la descubra?
El tiempo pasa, y ella, lentamente, se desprende de la sombra y se desnuda.
domingo, 17 de febrero de 2008
A la orilla
Debe medir unos cinco pasos de ancho, no más; y quizá diez o doce pasos de largo. Una portería de pie en un extremo y una caída en el otro.
Está a la mitad de una barranca.
A la orilla de la pequeñísima cancha, la barranca. Atrás de la portería, la barranca. Resultaría imposible jugar más de dos minutos sin que el balón cayera rebotando a la barranca.
Y sin embargo está allí, retando a todos los absurdos.
¿Quién la hizo? No lo sé. Pero cada vez que paso por allí, sonrío. Y agradezco.
Doy gracias a quien decidió que jugar vale la pena aún en las condiciones más insospechadas, a quien levanta la risa en el brevísimo lugar que le toca, a quien se atrevió a construirse un pequeño espacio de libertad aunque esté cercado de imposibles
domingo, 10 de febrero de 2008
la mensajera
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