domingo, 28 de septiembre de 2008

ofrenda segunda


Que el silencio
que los dedos de la lluvia
que el rumor de arroyo limpio de los días
que el sabor a amanecer de las naranjas
que las cosquillas
que los libros y los mundos que fecundan
que el poder de las semillas
que la música y la danza
que la luna
que las despedidas
que el amor, su resplandor, sus espejismos
que lo simple y su escondida maravilla
que el llamado poderoso del camino
y que la vida
que la vida
que la vida...

1 comentario:

Annabel dijo...

Me quedo así, mirando hipnotizada esos piecicos de tu bebé. Me acuerdo de los de mi niña de siete años, sus piecicos tiernecitos que tenía para cosquillearlos y maravillarse ante tanta perfección (cinco dedos perfectamente redondos en miniatura). :)))

Y tus versos, son una profunda apertura expresando la esencia de una vida feliz y consciente.