martes, 14 de octubre de 2008

El Animal Moribundo


Hay lugares a los que volvemos, Otro. A veces para mirar de nuevo sus calles y su paisaje. Pero sobre todo volvemos para vernos a nosotros mismos y descubrir cómo ha cambiado nuestra mirada.
También vuelvo a algunos libros. Esta vez volví a “El animal moribundo” de Philip Roth. Lo leí hace pocos años y aunque me gustó, me quedé con una sensación inconclusa, como si el mensaje que el libro tenía guardado para mí no se hubiera revelado del todo.
Volví y quedé deslumbrado y lleno de nostalgia.
Es la historia de un maduro maestro de literatura, brillante y seductor y de su último amor: Consuelo, su alumna. Una jóven cubana casi cuarenta años menor. Es fundamentalmente una novela sobre sexo. Sobre su poder enorme, sobre su fuerza y su peligro, sobre nuestra ingenua creencia de que podemos controlarlo y someterlo a nuestra voluntad. También sobre el anhelo. Aquel que puede ser tan enorme que no se sacie con la posesión de lo anhelado
El sexo, ese animal ávido y poderoso. Y también finito y vulnerable... mortal (de allí el maravilloso título de la novela).

Escribo sabiendo que lo he mirado de frente y he sentido su olor salvaje, que quizá en este mismo momento me vigila, me cerca, me rodea...

“Porque sólo cuando coges te vengas de una manera completa, aunque momentánea de todo cuanto te desagrada de la vida y todo cuanto te derrota en la vida. Sólo entonces estás más limpiamente vivo y eres tú mismo del modo más limpio. La corrupción no es el sexo, sino lo demás (...) El sexo es también la venganza contra la muerte. No lo olvides jamás. Sí, también el poder del sexo es limitado. Sé muy bien lo limitado que es. Pero, dime, ¿qué poder es mayor que el suyo?”

(Philip Roth, “El animal moribundo”)

1 comentario:

Hummingbird dijo...

"El sexo es también la venganza contra la muerte"

... y necesito vengarme una y otra vez, sin tregua...