domingo, 31 de julio de 2011
Eliseo Alberto (1951-2011)
"Le habían torpedeado el corazón. Antes de naufragar para siempre,después de haber estado tantas veces a punto de hundirse en la alta mar de la vida, decidió liberar las palomas. Haciendo un alarde descomunal, logró quitarse la pajarera y romper las portezuelas de la jaula. Lo último que vieron los ojos miopes de Blas, empañados por las lágrimas, fueron aquellas palomas que huían como su alma hacia el reino de los cielos".
(Eliseo Alberto)
Alguna vez, te dí la mano y te dije: Gracias por tanta belleza. Tú, Eliseo, apretaste la mía, y me pareció que tus ojos, ya de por sí tristes, se humedecían. Gracias, me dijiste con una amplia sonrisa.
No sabes que he recurrido a tus palabras en momentos importantes de mi vida. No sabes que tuve que "robarme" tus palabras cuando acababa de nacer mi hija.
Es curioso que uno pueda querer a alguien con solo leerlo, pero así me ocurrió contigo, desde que me desnudaste a tu Cuba herida en el "Informe contra mí mismo".
Pocas historias de amor me han parecido tan hermosas como "La eternidad por fin comienza un lunes". Y cada libro tuyo ha vuelto a enseñarme el silencioso poder de la ternura.
Me enteré que hoy moriste en mi país, que es el que elegiste para quedarte.
Te voy a extrañar, Eliseo.
sábado, 23 de julio de 2011
Tuyo es el reino
"Puedo verlos: esperan. Están listos, lo sé, para cobrar vida (...) A medida que escribo se animan. Viven los ojos, resuenan las voces. Se escuchan pasos, susurros. Se abren y cierran puertas, ventanas. Anochece. Amanece. Las ranas croan. Vuela el búho. La brisa mueve las copas de los árboles. También la tierra huele de modo especial, como si lloviera. Es el reino, mi reino, animado otra vez. La Isla de mi infancia de nuevo frente a mí. Y aquellos que la poblaron. El destino de ellos dependerá de mí, de este cuaderno. Es hora de escribir: escribo".
Fue la primer novela del escritor cubano Abilio Estévez.
¿Cómo es posible que alguien sea capaz de escribir algo tan bello y tan perfecto en su primer intento? Más tarde supe que Estévez tardó once años en acabarla, y que al hacerlo creyó que toda su vida se reducía a esos once años.
Más que leerla, es una novela para sumergirse en ella, para abandonarse a su cadencia, a sus sabores, a su misterio. Es una fiesta, o mejor aún, una orgía de la palabra. Sabe a guanábana, a ron, a piel recién herida o acariciada. Huele a tristeza y a despedida. Suena como bolero, como guaracha, como derrumbe. Una de esas novelas en donde parece que todo cabe y que todo muere. Una novela poética y excesiva. Abrumadoramente hermosa.
Once años para escribirla. Yo creo, Abilio, que valieron la pena.
sábado, 9 de julio de 2011
Emaús
"Dice el Santo que es igual que los dedos de una mano. Se trata sólo de cerrarlos lentamente, con la fuerza de un suave apretón -como si tuviéramos que meter ahí la vida entera. Dice que no tenemos que asustarnos, y que si lo somos todo, esa es nuestra belleza, no nuestra enfermedad. Es el reverso del horror".
(Alessandro Baricco)
Hay libros ventana y libros laberinto, libros estación de llegada y libros estación de salida.
También hay libros espejo y para mi éste es uno de ellos.
Me miro en él y lo que veo me asusta, me nombra, me duele.
Allí estoy: La pasión adolescente, la locura, la desilusión, la pérdida de la inocencia y de la fe. La realidad, que a zarpazos de cordura te desnuda entero y te deja como huérfano de alas.
El misterio inalcanzable en los labios y la piel de una muchacha que te despoja de la inocencia y de todas las certezas.
La caída.
Baricco lo cuenta sabiamente, sin estridencias, con profundidad y delicadeza. Leo sus frases una y otra vez y parece que poco a poco entiendo. Nombra con enorme belleza lo que yo hubiera querido decir y no he sabido. Pero la literatura es para eso: para poner palabras a lo que no sabríamos decir, a lo innombrable.
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