sábado, 9 de julio de 2011

Emaús


"Dice el Santo que es igual que los dedos de una mano. Se trata sólo de cerrarlos lentamente, con la fuerza de un suave apretón -como si tuviéramos que meter ahí la vida entera. Dice que no tenemos que asustarnos, y que si lo somos todo, esa es nuestra belleza, no nuestra enfermedad. Es el reverso del horror".
(Alessandro Baricco)

Hay libros ventana y libros laberinto, libros estación de llegada y libros estación de salida.
También hay libros espejo y para mi éste es uno de ellos.
Me miro en él y lo que veo me asusta, me nombra, me duele.
Allí estoy: La pasión adolescente, la locura, la desilusión, la pérdida de la inocencia y de la fe. La realidad, que a zarpazos de cordura te desnuda entero y te deja como huérfano de alas.
El misterio inalcanzable en los labios y la piel de una muchacha que te despoja de la inocencia y de todas las certezas.
La caída.
Baricco lo cuenta sabiamente, sin estridencias, con profundidad y delicadeza. Leo sus frases una y otra vez y parece que poco a poco entiendo. Nombra con enorme belleza lo que yo hubiera querido decir y no he sabido. Pero la literatura es para eso: para poner palabras a lo que no sabríamos decir, a lo innombrable.

1 comentario:

EG y ML dijo...

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