jueves, 24 de julio de 2008

Llegada 2


Luego de alzarse hasta ocultar el cielo
la ola más feroz y más gigante
y luego de arrasar con lo que he sido
estruendosa
implacable,
se hace un silencio súbito tan hondo
y tan impenetrable.
Abro la puerta de mi casa y miro
el mar al otro lado de la calle.

No hay respuestas porque no hay preguntas,
no se puede explicar
lo inexplicable.
Sólo el soplo ligero de la brisa,
una gaviota inmóvil en el aire
y aquellas nubes y su sombra apenas
y la tarde.
Sólo este instante frágil e imposible
y el mar al otro lado de la calle.

Ni la muerte entonces, ni sus ecos,
ni el juego interminable del azar.
Sólo el agua constelando de destellos
su eternidad.
Nada qué hacer sino quedar rendido.
Nada que esperar.

Guardar silencio y contemplar absorto
al otro lado de la calle
el mar.

2 comentarios:

Lasinverso dijo...

Muy lindo este poema. Me gusta tu blog. Vendré a verte. un saludo.

Rafael Pavón Reina dijo...

"El mar al otro lado de la calle" Es hermoso tu poema, es hermoso tu blog, es hermosa tu paternidad. Saludos desde este azul Océano Atlántico del Sur.