No es un actor famoso, ni un músico que venda miles de discos, ni un deportista de records.
Es un hombre viejo y delgado, algo encorvado, de bigote blanco y ojos infinitamente tristes, con un algo de rabia en el fondo.
Pero el domingo pasado, al acercarme para estrechar su mano, la garganta se me secó, las rodillas me temblaron y el corazón se me salía.
Tiene casi 80 años. Perteneció a la organización revolucionaria de los Montoneros, fue perseguido y exiliado durante la dictadura militar. Su hijo Marcelo y su nuera Claudia fueron secuestrados y asesinados por los militares. Ella estaba embarazada. Antes de morir tuvo a su hija que fue dada a un militar. Hace poco, y luego de años de búsqueda, el hombre del que hablo pudo reunirse con su nieta, ya adulta.
Hubiera querido decirle que sus palabras me acompañan desde hace mucho y me arañan la conciencia.
Hubiera querido agradecerle que me ha enseñado a ver lo que antes no veía, a descubrir que aún del dolor más atroz es posible crear belleza, a entender que aún perdiendolo todo es posible mantenerse de pie, dignamente, y tocar el corazón de los otros con palabras.
Hubiera querido, pero solo supe estrechar su mano y mirar sus ojos tristes y rabiosos.
Las manos y los ojos de Juan Gelman, poeta argentino.
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2 comentarios:
Me encantaria saber más de Juan Gelman, y de tu encuentro con él. Me platicas??
Estrechar su mano y MIRAR sus ojos... estrechar su mano y temblando hablarle en silencio, decirle callado que lo sabes, que acompaña, que araña la conciencia. Suelo decir que no hace falta más, que con la mirada basta, que es a veces ella más honesta que las palabras; suelo decir que la mirada es suficiente, pero cuando te leo, cuando sé de él leyéndote, cuando los colores se me suben y mi corazón late rápido y se aprieta a medida que mis ojos caminan por tus letras, entonces pienso que pena que además de tu mirada Juan no lea tus palabras, estas bellas palabras de un otro que sana y abraza con sus letras a un hombre de letras.
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