miércoles, 10 de octubre de 2007

Vuelvo del consultorio

"Yo si.
Yo metería la mano al fuego
hasta por nadie"

(Alejandro Aura)

...y al volver confirmo ya sin ninguna duda, que hacer terapia es ser capaz de mirar la profunda belleza del otro, dejarse tocar por ella. Y luego, revelársela.

3 comentarios:

Hummingbird dijo...

Admiro profundamente tu capacidad para mirar la belleza de los otros, de algunos otros. Y admiro especialmente tu capacidad para revelársela.

Marciana dijo...

Hace unos meses me encontré con un hombre de palabras pocas, de silencios, de mirada honda, de libros, de letras, y le pedí ser mi terapeuta...y es que estaba cansada del ruido que atrapa y engaña, de las palabras que prometen y no bastan, de las presencias poco claras, que van y vienen como fantasmas. Me faltaba el silencio que abraza, la palabra justa y la mirada, porque esa no engaña, se siente o no se siente, y es que yo no sé de palabras habladas, apenas algo de letras, pero sé de silencios, el silencio me abraza y a ratos me falta eso: simplemente el abrazo de un silencio, el cobijo de un ser que mira y mirando me va sanando, despacito y de a poquito, sin prisa...sanando lento pero claro, firme, y lo sé de cierto porque cuando salgo de su consultorio hay un instante en el que hasta empiezo a sospechar que puede haber algo de belleza en mi...así de simple y así de hondo, así de mágica es la mirada de este mi terapeuta que tan hermosa y humanamente mira...gracias.

Claire dijo...

Cada vez que estoy en mi consultorio y me encuentro con el otro, un pedazo de mi alma se reúne en este cruce de historias y vivencias.