viernes, 17 de diciembre de 2010
Jerusalén
"En cualquier lugar, en cualquier momento, puedes oír: Tortura. Y te llaman.
Pueden convocarte para torturar o para ser torturado. Te eligen de modo aleatorio para que sufras.
Cuando dicen: Tortura, no sabes si te llaman para torturar o para ser torturado.
Después de oír esa palabra tienes que seguirlos. No hay tercera alternativa: ansiarás torturar".
¿No es absurdo suponer que existe una novela perfecta? Quizá lo es. Sin embargo, pocas veces he leído algo que se acerque tanto a ese imposible.
Varios personajes, solitarios, heridos, ¿locos? a quienes eso que llamamos destino o casualidad por no saber de qué otra forma llamarlo, los junta una noche, una madrugada desoladora cerca de una iglesia cerrada.
Cómo odié a Theodor y a Gomperz y su asquerosa, maligna racionalidad. Cuánto miedo de Hinnerk y sus ojeras de asesino. Cuánta ternura amarga, dolorosa ante Mylia y Ernest y su amor destartalado. Cuanta compasión ante Kaas, sus piernas flaquísimas, su lenguaje lastimado, su inocencia.
Hay un capítulo -solo diez páginas- que me horrorizó como si me asomara a un abismo insondable. Nunca había leído El Mal con tanta claridad.
¿Cómo hizo Gonçalo M. Tavares para escribir una novela así?
¿Cómo pudo hacer para mostrarme una oscuridad de vértigo y luego, desde ella, revelarme la luz?
martes, 30 de noviembre de 2010
El Mar
"Qué pequeño recipiente de tristeza somos, navegando en este apagado silencio a través de la oscuridad del otoño".
(John Banville)
Llega ella, poderosa, paciente, inverosímil como el mar. Y no vuelves a ser el mismo, nunca.
Llega, y lo que queda de ti, ya sin futuro, ¿dónde podría refugiarse sino en el pasado, ese tiempo frágil que nos salva -creemos que nos salva- de la incertidumbre?
LLega ella: la muerte. No la tuya (¡si al menos fuera eso!) sino la de la persona que amas. Y te abarca como el mar.
La hermosísima, delicada novela del irlandés John Banville me deja con un nudo en la garganta, con un sabor a nostalgia a la vez dulce y doloroso. Floto en ella -la novela-, luego me sumerjo hasta una profundidad en la que apenas llega la luz. Termino, abatido, a su orilla; húmedo, conmovido, tiritando.
"Y de hecho no había pasado nada, una memorable nada, tan sólo otro de esos grandes encogimientos de hombros con que el mundo manifiesta su indiferencia".
jueves, 11 de noviembre de 2010
Compañeros
Sobra decir para quien.
"Y yo te acompaño. Voy contigo. Hablamos.
No nos separa nada: ni distancia, ni sexos.
Vamos del brazo juntos, caminando
como dos compañeros.
A veces te detienes. Levantas la cabeza.
Miras, sin ver, el cielo.
Y es como una cascada
de luz sobre mis hombros tu silencio.
Sonríes contemplando
la inmensa soledad del campo abierto,
y dices algo hermoso
sobre el río, los álamos, el pueblo..."
(Susana March)
"Y yo te acompaño. Voy contigo. Hablamos.
No nos separa nada: ni distancia, ni sexos.
Vamos del brazo juntos, caminando
como dos compañeros.
A veces te detienes. Levantas la cabeza.
Miras, sin ver, el cielo.
Y es como una cascada
de luz sobre mis hombros tu silencio.
Sonríes contemplando
la inmensa soledad del campo abierto,
y dices algo hermoso
sobre el río, los álamos, el pueblo..."
(Susana March)
viernes, 5 de noviembre de 2010
sábado, 30 de octubre de 2010
Miguel
viernes, 22 de octubre de 2010
La Piel Fría.
"-Batís -lo interrumpí sin moverme- No son monstruos.
-¿Perdone?
Tardé mucho en repetirlo:
-No luchamos contra fieras, estoy seguro."
Parece una novela de aventuras o de terror. Y lo es. Pero también es mucho más. La novela de Sánchez Piñol me hace preguntas, me obliga a mirarme, me descoloca.
Dos hombres en una isla remota, asediados por hordas de seres extraños, anfibios, de piel húmeda y fría. Al principio es una guerra a muerte contra ese horror; luego, todo se transformará para uno de ellos.
¿Qué tan extraños son los extraños? ¿Cuándo dejan de serlo?
Si me atrevo a mirar de frente a la bestia, ¿sigue siéndolo? ¿No la he creado yo?
¿Qué tengo en común con aquello que me parece profundamente ajeno?
El vértigo de descubrir que yo también soy la bestia y que cada pregunta que hago acerca de ellos, los extraños, es también una pregunta que hago sobre mí.
"... Pero no disparó. ¿Por qué no disparó? Si solo eran bestias irracionales. ¿por qué no los matábamos sin contemplaciones? Creo que ni él mismo comprendía el alcance de esa renuncia. O quizá sí"
martes, 19 de octubre de 2010
El Ministerio del Dolor
"De todo lo que nos ha ocurrido se sale de tres maneras: como mejor persona, como peor persona o como Uros, con una bala en la sien. No sé cómo están las cosas conmigo, sólo sé que he logrado evitar la bala" (Ugresic)
¿Es la memoria un consuelo o una condena? ¿Un bálsamo o una herida?
¿Cómo se hace para vivir en un país que no es tu país, en una ciudad que no es tu ciudad, en una casa que no es tu casa, cuando tu verdadero país ya no existe y tu lengua materna fue rota en pedazos? ¿De dónde eres entonces? ¿Qué te queda? ¿Quién eres?
Esas son las preguntas a las que se enfrenta una maestra de literatura y sus alumnos. Viven en Amsterdam pero vienen de un país que dejó de existir a fuerza de guerra y de dolor. Son serbios, croatas, bosnios, macedonios... Todos llevan un país en ruinas a la espalda y "una bofetada invisible en el rostro".
Y yo, nuevamente me siento atraído por una historia y una cultura tan lejana y que gracias a Petroviç, a Paviç, a Stanisic, ahora a esta novela de Dubravka Ugresic se me hace próxima y querida.
"¿Y si el regreso era, en efecto, la muerte, quedarse era la derrota y sólo el instante de la partida era la única libertad real que nos había sido dada?"
domingo, 3 de octubre de 2010
El poema.
martes, 28 de septiembre de 2010
Un personaje misterioso
Desde hace algunos días, aparece por casa un misterioso personaje.
Así como llega, se va.
Le gusta mirarse en los espejos y hacer caras extrañas. Disfruta cerrando las puertas.
Usa un calzoncito entrenador en la cabeza.
El nombre con que él mismo se bautizó es tan misterioso como él.
Logré tomarle una foto, Otro, para confirmar lo que digo.
Te advierto que la imagen puede perturbarte.
Es él: "El Tuco Sanayo"
viernes, 3 de septiembre de 2010
Con destino desconocido
"La muerte de un hijo tal vez pueda llegar a aceptarse, el amor por un hijo no se supera nunca (...) ¿Cómo conformarte con un meteorito que te ha caído encima?"
(Maya Rasker)
Con miedo, abro el libro y sigo leyendo.
Es como caminar sobre un lago congelado mientras la temperatura sube poco a poco.
¿Por qué extraños caminos llega un libro a nuestras manos?
Me regalaron este libro: "Con destino desconocido" de Maya Rasker, en una librería. Lo regalaban para no destruirlo. Nada sabía de él. Lo elegí solo por la editorial.
Y hoy temo leerlo y no puedo dejar de hacerlo.
Porque nombra mis temores más profundos (¿Cómo es que alguien se atreve a escribir ésto?), aquellos que no me atrevo a imaginar:
La maravilla y el milagro de ser padres, pero también la carga y la condena.
La muerte de un hijo.
La compañera que un día, sin más, desaparece.
El vacío blanco y aterrador.
Abro el libro y sigo leyendo, a pesar del miedo.
Estoy en el centro de un lago congelado, y entonces... oigo que bajo mis pies el hielo cruje.
domingo, 29 de agosto de 2010
Amigas
Es simplemente, la rana. A veces, Doña Rana.
Un títere de mano hecho de toalla. Un poco grande. No siempre huele bien.
Desde hace meses es amiga, cómplice y antagonista de mi hija. La Pequeña Otra pregunta por ella en cuanto despierta de la siesta y al volver de la guardería.
La empuja, la acaricia para que duerma, le da de comer moscas, le cuenta cuentos, la abraza y discute; sobre todo eso: discuten interminablemente.
Si la rana dice que algo es bonito, la Pequeña responde que es feo. Si la rana dice que algo es hermoso, La Pequeña responde que es apestoso. Así todo el día.
"Qué se ponga la rana papá", pide, reclama, ordena la Pequeña Otra.
Y entonces, Otro, yo dejo de ser papá y pareja, dejo de ser profesor y terapeuta, dejo de ser esto que soy: ¡Fum! Ya no estoy, desaparezco... y me convierto en la rana.
Croac croac... croac croac.
domingo, 4 de julio de 2010
apariencias
Por alguna razón, Otro, he decidido que mi imagen no aparezca en este rincón mío y tuyo. Han aparecido, eso sí, fotos de mi Otra y de la Pequeña Otra, también de varios escritores y algunos cantantes. Nunca la mía.
No sé si seas curioso, Otro. ¿Te importa mi apariencia?
Yo si lo soy y, la verdad es que me ha gustado conocer los rostros de algunas personas cuyos blogs sigo.
Quizá por eso, me decidí a publicar no una fotografía mía, pero si la de cierto sujeto que según afirma la Pequeña Otra: "Parece papá".
Yo no creo parecerme tanto, pero ella no tiene duda.
Así que ya te podrás dar una idea...
jueves, 24 de junio de 2010
miércoles, 23 de junio de 2010
Dos
Hace dos años, la Pequeña Otra empezó a nacer.
Lo consiguió el 24 de Junio a las dos y diez de la madrugada, pero para mí fue muy importante el momento en que avisó que estaba lista para llegar y el proceso que culminó con su cabeza saliendo del cuerpo de mi Otra.
De pronto, decide salir, y empieza la batalla. Una fuerza sobrecogedora que empuja hacia la luz, que lucha y no se rinde, que se abre camino.
La vida cantando vida.
Y luego, el mundo que vuelve inventarse, que vuelve a ser creado sólo para que ella lo descubra.
sábado, 19 de junio de 2010
De sus palabras
"No contemos los días que pasaron:
Fue hoy cuando nacimos. Sólo ahora
la vida ha comenzado, y, lejos aún,
la muerte ha de cansarse en nuestra espera".
"No se alejó el tiempo, no se fue. Asiste y quiere.
Su mirada aguda ya era una pregunta
a la primera palabra que decimos:
Todo".
José Saramago (1922-2010)
Fue hoy cuando nacimos. Sólo ahora
la vida ha comenzado, y, lejos aún,
la muerte ha de cansarse en nuestra espera".
"No se alejó el tiempo, no se fue. Asiste y quiere.
Su mirada aguda ya era una pregunta
a la primera palabra que decimos:
Todo".
José Saramago (1922-2010)
viernes, 18 de junio de 2010
Saramago
Pocas veces me pude asomar al vacío y a la crueldad de los seres humanos como al leer Ensayo Sobre la Ceguera.
Pocas veces me cuestioné sobre la divinidad, lo demoníaco y lo humano como al leer El Evangelio según Jesucristo.
Pocas veces me conmoví con un amor tan poderoso y humano como al leer El Memorial del Convento.
Las palabras de Saramago, bellísimas, capaces de arrancarme las certezas.
Hoy murió.
Gracias por todo, maestro.
miércoles, 16 de junio de 2010
Tworki
"¿No te has planteado nunca qué poco sitio hay para la bondad en este mundo? Que fenómeno tan raro entre la gente es la persona. Una persona que tenga alma. Y el alma es cabeza y corazón. Sobre todo, Sonia, corazón".
Hay libros que nos buscan más que nosotros buscarlos a ellos. ¿No te pasa así, Otro?
Leo alguna reseña medio escondida en alguna página de un periódico. Nadie me ha recomendado el libro, nunca he escuchado del autor, casi ni puedo pronunciar su nombre; pero algo, no se qué, me convoca. Y voy.
Tworki, la novela de Marek Bienczyk, me encontró, y hoy sé que de algún modo me acompañará siempre.
Un hospital psiquiátrico en la Polonia ocupada por los nazis. El monstruo de la guerra afuera, y allí, adentro, un grupo de personajes pequeños y hermosísimos, entrañables, mágicos a veces, tiernos siempre, se defienden de ese monstruo a fuerza de palabras y suaves riuales, de amor solidario y de la más vulnerable humanidad. ¿Es posible sobrevivir a ese mundo enloquecido?
Las palabras de Bienczyk se acercan a la poesía, abrazan y consuelan; como un cálido refugio durante una tormenta de nieve.
Y algo extraño me ocurre al terminal la novela: quisiera encontrarme con su autor, acercarme a él en silencio y darle un beso.
viernes, 4 de junio de 2010
Pequeño discurso fúnebre.
Que desde allá puedas mirarnos y advertirnos del peligro.
Que nos cuides a todos, en especial a tus compañeros de vida y a tus niños, con quienes fuiste maternal y amorosa a tu manera, es decir, a lametones, a olisqueadas, a movimientos de rabo.
Que encuentres un infinito prado verde donde puedas correr como el viento.
Que haya grandes extensiones de tierra suave para cavar hoyos profundos.
Que haya comida y huesos.
Que exista ese paraíso para ti.
domingo, 30 de mayo de 2010
Ser grande.
Y yo que pensaba, Otro, que era común y corriente; borroso a veces, poco notorio, simple.
Pues me equivocaba.
Resulta que soy grande, a veces enorme, majestuoso.
Y es que cuando la Pequeña Otra encuentra en su camino algo grande, ya sea una piedra, un hotcake, un árbol o una montaña; de inmediato lo llama: 'Piedra papá', 'Hotcake papá', 'Árbol papá' o 'Montaña papá'.
Si le preguntas cómo soy, no duda en contestar: 'Tototote'.
Ante sus ojos, soy así: gigante.
Y quizá tenga razón, ¿sabes?, pues desde que ella llegó, algo en mí, digamos: la ternura, el compromiso, el amor, crecen y crecen y crecen...
jueves, 6 de mayo de 2010
Lluvia
"Está por llegar la primera tormenta del verano. No abras tu paraguas: deja que la vida te empape".
De nuevo Daniele.
Esa mirada que descubre la suavidad, la ternura, la melancolía. La magia de lo simple.
La belleza sutil. La cálida sensación de saberlo tan cerca.
Hubo una pelota roja, hubo historias de la abuela, hubo un amor contrariado, hubo una carta al padre, hubo un ángel adormilado en una estación de trenes, hubo su delicado adiós, hubo el viaje y hubo una "cascarita" bajo una lluvia que calaba.
Hubo el teatro y el circo. Y la complicidad y la caricia.
(Luego de ver "Rain" del Circo Eloize, dirigido por Daniele Finzi).
viernes, 23 de abril de 2010
Saudade
Con perdón de mi Otra y de la pequeña Otra, debo confesar que me encuentro, una vez más, enamorado.
¿Qué se le va a hacer? Hay cosas que son más fuertes que yo.
Ella es una mezcla de ángel, trino, mujer y saudade.
Se llama Mariza, es portuguesa y canta fados.
Primero, escuche su canto. Y era la belleza. Luego vi su fotografía. Y era la belleza. Hace poco encontré unos videos de su concierto en Lisboa en el 2006.
Fue como si me tocara un alma que no sabía que tenía, pero que allí está.
Casi al final del concierto, cantando "O gente minha terra", una hermosísima canción, tiene que detenerse porque las lágrimas no la dejan seguir. Llora un largo rato. Luego, vuelve a cantar y entonces me doy cuenta de que yo también estoy llorando
sábado, 3 de abril de 2010
Aprendiendo a ver
Un león dando vueltas como Heidi.
Así como lo oyes Otro; eso que ves allí y que tiene la Pequeña Otra en sus manos es ni más ni menos que eso: un león que dá vueltas como Heidi.
Al menos eso dijo ella en cuanto lo vió, allá en El Chico, que es algo así como nuestro paraíso.
¿Aún no lo ves?... Yo tampoco. Pero sigo intentándolo.
jueves, 18 de marzo de 2010
Los Bárbaros
"Y cada vez que alguien se levanta para denunciar la miseria de cada transformación en concreto, dispensándose del deber de comprenderla, la muralla se yergue y nuestra ceguera se multiplica con la idolatría de una frontera que no existe, pero que nosotros nos jactamos de defender". (A. Baricco)
Allí están, al otro lado de la muralla: hordas de bárbaros asolando la civilización. Vienen a decir que no hay sentido allí donde lo encontrábamos, vienen a acabar con lo que creíamos nuestra identidad, vienen a imponer la rapidez, la superficialidad, el placer fácil; vienen a acabar con la sacralidad del alma. Ellos: los bárbaros.
Hasta que Baricco me ayuda a mirar de nuevo y descubro con asombro, con miedo, que la muralla que hemos levantado no nos defiende de los bárbaros, sino que los inventa; crea la ilusión de que nosotros no somos ellos. Sólo una ilusión, porque en el fondo, bárbaros y civilizados somos los mismos, soy yo y eres tú, Otro: somos todos.
Y me lanza una pregunta que sigo intentando contestar: "¿Qué hay en el mundo antiguo que queremos llevarnos hasta el mundo nuevo? ¿Qué queremos que se mantenga intacto incluso en la incertidumbre de un viaje oscuro? (...) Lo que se salve no será lo que pusimos a salvo del tiempo, sino lo que dejamos que mutara, para que se convirtiera, él mismo, en un tiempo nuevo".
Los Bárbaros: Ensayo sobre la Mutación. Alessandro Baricco. Ed. Anagrama
lunes, 15 de marzo de 2010
Miguel Delibes
La aparente simpleza (pocas cosas tan complejas como escribir con sencillez, pocas tan arduas como la transparencia).
Las palabras limpias y duras como piedras.
La raíz que se nutre de la oscuridad de la tierra, en su hondura.
La mirada a veces cruel.
Los retratos en sepia de la gente simple, de los pequeños, los últimos, los heridos.
Pienso en tres novelas suyas que me llevaron al silencio: "La Hoja Roja", "La Sombra del Ciprés es Alargada", "Los Santos Inocentes".
Murió hace tres días.
Gracias, Don Miguel.
sábado, 20 de febrero de 2010
¿A donde?
"¿A dónde van las palabras que no se quedaron?
¿adónde van las miradas que un día partieron?
(...)
¿acaso ruedan sobre los cristales, cual gotas de lluvia que quieren pasar?
¿acaso nunca vuelven a ser algo?
¿acaso se van?"
(Silvio Rodríguez)
La Pequeña Otra crece, le salen hojitas nuevas, flores pequeñas y deslumbrantes. Irradia luz, se vuelve caracolito, conejo saltarín, danza.
Y habla. Habla todo el tiempo. No para de hablar. Yo y mi Otra tratamos de traducir su lenguaje maravilloso. A veces lo conseguimos, a veces, no.
Su vocabulario se amplía y se pule. Para decir CINCO, antes decía "nino", ahora dice "cico". Para decir AMARILLO, antes decía "mino", ahora dice "malillo".
Es hermoso escuchar sus palabras nuevas, más claras cada vez. Pero ¿Y las otras? ¿Qué será de esas palabras 'mal dichas' que eran únicas en su voz?
De pronto hago conciencia de que no volveré a escucharla decir "nino" ni "mino" ni tantas otras palabritas con que intentaba decir el mundo. Palabras que se habían vuelto parte de la vida, dulces y pequeñas, imperfectas y hermosas. Siento un dolor desconocido, una nostalgia honda de esas palabras que se fueron para siempre para dar lugar a otras. ¿A donde van a dar las palabras que no vuelven a pronunciarse? ¿En que lugar mágico se guardan las palabras que mi hija inventó y no volverá a decir?
viernes, 15 de enero de 2010
pasos
"... la tierra entera para besar tus pasos"
El día doce intentó sus primeros pasos. Pocos, titubeantes, asustados.
No es fácil eso de alzarse sobre los dos pies sin una mano al alcance. Es una proeza de equilibrio, una prueba de valor, un desafío al miedo y a la gravedad, una afirmación con el cuerpo y el alma ante el llamado del mundo.
El día trece no había modo de parar a la Pequña Otra. Del baño a la recámara, de la televisión a la cocina. Caminó todo el día agarrándose la barriga, entre maravillada y temblorosa. Enorme y diminuta, hambrienta de vida, hermosísima.
jueves, 7 de enero de 2010
nublado y frío
A veces, como en estos días, la Pequeña Otra no me quiere.
No se de que otro modo decirlo. No quiere estar conmigo, no quiere que le ayude, me ignora cuando le pregunto algo, hace a un lado lo que le ofrezco.
Mi cabeza trata de entender razones. Mi corazón se nubla y se oscurece y se pone más invierno que nunca. Y entonces estoy triste todo el día, de malas, mis manos se vuelven torpes y tiro todo, me tropiezo con los muebles, me vuelvo intolerante.
Me acerco a ella con temor a que me rechace o me alejo, y eso sólo empeora las cosas.
La extraño. Y me duele, me duele, me duele.
Y me siento culpable de que me duela.
Pienso en el Dios absurdo del Antiguo Testamento, ese que tan mal me cae y que ordena a sus creaturas que lo amen sobre todas las cosas, pues de otro modo cometen pecado. ¿Cómo se puede amar a alguien porque te lo ordenan? ¡Vaya Dios inseguro y necesitado!
Pero en estos días, de pronto lo comprendo. Quisiera decirle a la Pequeña Otra: ¡Amame! ¡Es una orden!
Mientras tanto, el mundo gris, nublado y frío. O como el paisaje aquel del Principito, ¿recuerdas Otro?
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