viernes, 29 de noviembre de 2013
Los pájaros amarillos.
Un par de chicos. Uno de veintiún años y otro de diez y ocho. Chicos de pueblo. Quieren hacerse hombres, que no los molesten en los bares, quieren dejar de ser los raros. Y se alistan en el ejército y van a Irak. Y la guerra se los traga enteritos, les despoja de su inocencia, los hace pedazos. La novela de Kevin Powers -contenida, precisa, intensa- narra lo que ocurre a esos chicos en unos pocos meses, lo que queda de ellos. Y sabe lo que cuenta: él estuvo allí. Sí, a lo lejos ondean las banderas, suenan los himnos, se escuchan discursos que hablan de heroísmo y libertad; pero eso no le importa a la Guerra. Ella devora todo a su paso, y nunca se harta.
viernes, 15 de noviembre de 2013
Échate
La pequeña Otra se acuesta en mi cama, aún somnolienta; me mira y dice: "Échate aquí", abre los brazos de par en par y sonríe con la boca y con los ojos aún llenos de sueño. Yo me acuesto encima y ella me abraza fuerte, me estrecha contra ella y dice bajito: "Qué ricura". Yo vuelo y por un breve momento sé que el cielo existe.
viernes, 8 de noviembre de 2013
El fondo del cielo
"Y está claro que en la calma resignada y última de mis ojos descorazonados (que no son ojos, que no se llaman ojos), late y está, también, el deseo imposible, el sueño absurdo de que alguien, una noche de verano, con fuegos artificiales estrellando en el cielo, experimente una extraña sensación de sentirse observado desde tan lejos, y que mire hacia arriba y que, sin verme, me mire mirarlo por última vez".
¿Es una novela acerca de seres de otros mundos o sobre unos adolescentes tan solitarios que no les queda más remedio que imaginarse extraterrestres para alejarse de lo aburrido de sus vidas? ¿Es una novela de ciencia ficción o una extraña novela de amor? ¿Es una novela sobre el fin del mundo o sobre el fin de la inocencia? Puedo decir, eso sí, que la novela de Rodrigo Fresán es bellísima y rara, de una delicadeza poco común y que bajo una historia en la que conviven la caída de las torres gemelas, la guerra de Irak, científicos locos y planetas lejanos, hay siempre una profunda melancolía, esa que nos lleva a atesorar pequeños momentos a los cuales nos aferramos para seguir siendo quienes somos.
miércoles, 23 de octubre de 2013
Hijos de la Medianoche
Hay que ser un maestro como Salman Rushdie para acometer esa tarea imposible de hacer que en una novela quepa el mundo, o incluso, varios mundos. Al contarnos la historia de Saleem Sinai, ese pobre hombre con nariz de pepino, piernas chuecas, manchas en la cara, protuberancias en las sienes, calva prematura, sordo de una oreja, amputado de un dedo... nos cuenta la historia de toda su desmesurada familia, y al contarnos a su familia intenta narrarnos a la India entera, con toda su complejidad y sus rostros múltiples. Todo cabe allí: guerras y brujas, adivinos y traiciones, fantasmas y objetos; cabe también Pakistán y la política y las religiones y la historia y la gastronomía y la tradición y la novedad... No hay trampa, Otro, el protagonista lo advierte a mitad de la novela: "¿Quien soy yo? Mi respuesta: soy la suma total de todo lo que ocurrió antes que yo, de todo lo que he sido visto hecho, de todo-lo-que-me-ha-hecho. Soy todo el que, todo lo que cuyo ser-en-el-mundo me afectó, fue afectado por mí. Soy todo lo que sucede cuando me he ido que no hubiera sucedido si no hubiera venido. Y tampoco soy especialmente excepcional al respecto; cada 'yo', cada uno de los hoy seiscientos-millones-y-pico de nosotros contiene una multitud similar. Lo repito por última vez: para entenderme, tendrán que tragarse un mundo".
domingo, 13 de octubre de 2013
Museo memoria y Tolerancia
La primera vez que lo visité, Otro, fue para llevar a la Pequeña Otra a la sección infantil del museo. Hoy lo he vuelto a visitar, y la experiencia es tan intensa como dolorosa como conmovedora. ¿De qué podemos ser capaces los seres humanos? ¿Hasta dónde podemos llegar? Están las fotos impresionantes, los videos terribles, el subir a un vagón de tren que huele a humedad en donde es imposible no llenarse de imágenes; pero mi atención se queda en los objetos que silenciosamente aguardan tras las vitrinas: una gorra gris, un uniforme a rayas, una cuchara y un tenedor torcidos, brazaletes de tela, insignias, pasaportes con fotos de personas que me miran desde otro tiempo, un diminuto reloj, un pequeño vestido, tres zapatos infantiles (infantiles, infantiles). Objetos simples que podrían pasar desapercibidos. Éstos no, estos en particular fueron recogidos en el campo de concentración de Auschwitz, cada uno de estos objetos fue testigo del horror. Se me cierra la garganta, me cuesta respirar, por un momento no sé a qué aferrarme o en qué creer. Al salir me esperan mis Otras, la grande y la pequeña. Y me aferro a ellas, y tardo en volver a la luz del día.
martes, 1 de octubre de 2013
Caza de conejos LXXXVIII
—Lo nuestro es imposible —me dijo Laura—. Soy dueña de un castillo, estoy rodeada de joyas y sirvientes, mis dominios se extienden hasta donde puede alcanzar la vista, y más aún. Tú, en cambio, no eres más que un sucio y pobre conejo de los bosques.
Caza de conejos XCVIII
Amaestramos a un conejo y lo disfrazamos de oso bailarín. Se lo vendimos a un circo. Nos dieron mucho dinero, pases gratuitos para todas las funciones y una mujer gorda y barbuda que tenían repetida
sábado, 21 de septiembre de 2013
Debut
"Señoras y señores, niños y niñas -dijo el anunciador con voz engolada- con ustedes, el Rey Absoluto del Espectáculo, su Majestad: ¡El Circo!". Las luces se apagaron y empezó esa vieja magia. La Pequeña Otra no perdía ni el más mínimo detalle, absorta, boquiabierta, hipnotizada. Ese mundo de colores, irreal y hermoso entraba por sus ojos y anidaba en algún lugar bien dentro de ella. A media función, me pidió que me acercara para decirme algo al oído. Su voz pequeña y esa cosquilla de sus labios en mi oreja: "Cuando lleguemos a casa vamos a jugar al circo", me avisó.
Y yo, Otro, a través de sus ojos enormes, volvía a tener cinco años, volvía a estar en el circo por primera vez.
lunes, 16 de septiembre de 2013
flores en la cabeza
A la Pequeña Otra le dejaron hacer la historia de su familia, así que dibuja diferentes momentos familiares. Llega el momento de hacer la boda de sus papás y nos dibuja con trazos precisos, mirándonos uno a la otra. "¿De qué color eran sus vestidos?", pregunta. Blancos los dos, le respondo; así que nos pinta de blanco. "¿Qué más?", vuelve a preguntar. Le digo que mamá llevaba unas flores en el pelo. "¿Flores?", la cosa le parece extraña. Si, le digo, unas flores pequeñas en el pelo. Entonces dibuja sobre la cabeza de la mamá un gran cuadrado rojo. Yo no entiendo, así que pregunto: ¿y ese cuadro? La Pequeña Otra responde sin la menor duda: "Pues es la maceta".
martes, 3 de septiembre de 2013
sábado, 17 de agosto de 2013
Ícaro.
Querido Daniele:
Fue mi tercera vez de Ícaro, y con eso digo también, la tercera vez de conmoverme así, de no saber si estoy riendo o llorando, de sentir que me soplas suavemente el corazón y lo despiertas. El aprendizaje de que el arte puede ser sencillo y limpio, sin falsas complejidades, sin artificios, y que nos regresa a la vida y nos recuerda lo que somos.
Por tercera vez, Gracias querido Daniele.
“Soy un clown y cuento historias de héroes perdedores, de aquellos que hacen lo que pueden con lo que son, que con honor y dignidad pierden casi siempre. Aquellos que al final de la historia se desvanecen discretamente”. (Daniele Finzi)
viernes, 16 de agosto de 2013
Mr. Gwyn
"De lo que somos capaces, pensó. Crecer, amar, tener hijos, envejecer -y todo esto mientras también estamos en otro lugar, en el largo tiempo de una respuesta no llegada, o de un gesto no terminado. Cuántos senderos, y a qué paso diferente los remontamos, en lo que parece un único viaje". Y yo, aún habitando un tiempo lento y distinto al cotidiano luego de leer de nuevo a Alessandro Baricco, temblando mientras espero de que se apague la última Catalina de Medicis. Su novela es delicada y profunda, bellísima. Me reconcilia con algo mío y me hace seguir deseando dedicarme al extraño oficio al que me dedico: acompañar a otros a volver a casa".
sábado, 3 de agosto de 2013
Sankai Juku. Tobari (Como en un incesante flujo).
¿Es una danza o un ritual? ¿Son hombres o espíritus? ¿Grandes o pequeños? ¿La vida o la muerte?
Quizá es todo, o la frontera que une y divide. El asombro ante las estrellas, las ganas de alcanzarlas, el miedo ante su inmensidad.
Al principio, me cuesta entrar. No estoy acostumbrado a ese lenguaje tan lento, pero poco a poco me atrapa. Hay algo de trance en esa música, en esos movimientos. De pronto tengo el alma abierta, temblorosa, palpitante. Me encontré con una parte de ella que aún no conocía.
viernes, 19 de julio de 2013
Israel Galván.
Dicen que baila como en una cuerda floja y sin red de protección, que se arriesga a romper la tradición desde la tradición. Siempre polémico, Israel roza el desequilibrio, juega, inventa. Algunos aseguran que en su baile hay algo de danza butoh, por los momentos de interioridad, de misterio. Parece que su danza nunca está donde la esperas. Los silencios son tan importantes como la música (sólo se escucha el roce de sus zapatos) y la quietud es tan importante como el movimiento. Dicen que lo que hace no es flamenco; no lo sé; de eso, otro, yo no sé; pero ante su danza me siento estremecido. Israel es pura precisión e intensidad, y entonces se queda inmóvil, congelado, fijo; contengo la respiración, y de pronto, un gesto, uno sólo, y me deja el alma desnudita y temblando.
viernes, 5 de julio de 2013
Las solidaridades misteriosas.
Ella sabe muchas lenguas, pero rara vez habla. Camina desde la madrugada, sin importar el clima. Mira, contempla cada rincón de la costa, conoce a las gaviotas, cuida de las flores. Ama a un hombre desde la distancia. Envejece y se convierte en lo que ve: en ese paisaje, en esa arena, en esas piedras, en ese mar. La historia de esa mujer y quienes la miran: su hermano, su hija, algunas personas del pueblo. Algo así cuenta la bellísima novela de Pascal Quignard. Ninguna palabra sobra, su precisión, su delicadeza, su intensidad se parecen a la poesía. Algo se abre en mi mientras leo.
viernes, 28 de junio de 2013
Almas grises
Una niña asesinada. Una joven suicida. Un juez con prisa por culpar a alguien. Un policía viejo. Dos sospechosos. Parece simple, y sin embargo, Philippe Claudel logra una novela delicada, ambigua, hermosa, llena de niebla. Quizá porque más allá de la anécdota, flota una idea constante: "-Cabrones, santos..., yo no he conocido a ninguno -dijo Josephine encogiéndose de hombros_. Las cosas no son blancas ni negras, lo que reina es el gris. Los hombres, sus almas... pasa lo mismo. Tú eres un alma gris, rematadamente gris, como todos nosotros".
martes, 25 de junio de 2013
domingo, 23 de junio de 2013
viernes, 14 de junio de 2013
Nada se opone a la noche.
Una mujer, a sus sesenta y un años, se quita la vida silenciosamente. Muchos años después, su hija escribe una novela para tratar de entender qué llevó a su madre a tomar esa decisión. Delphine de Vigan se sumerge en la dolorosa historia de su familia -una familia marcada por la belleza, por el abuso y por la tragedia- para intentar acercarse a su madre. ¿Cómo se destruye el mínimo de cordura necesario para vivir? ¿De qué está hecha la locura? Es la historia real de una mujer a la orilla del abismo, del momento en que todo se desmorona. Es el intento de una escritora que escribe para comprender y quizá, para salvarse.
viernes, 24 de mayo de 2013
Sukkwan Island
Un padre convence a su hijo de trece años de pasar unos meses juntos en una pequeña cabaña de los bosques de Alaska. Un padre que no está bien, que está deprimido y cuya cordura pende de un hilo. Ellos dos, solos e incomunicados, y el clima salvaje de ese lugar, el frío, la lluvia, la nieve. David Vann escribe de un modo directo y sencillo, casi frío, detallado. Y lentamente me arrastra hacia un lugar oscuro y aterrador, insoportable. No puedo dejar de leer y al mismo tiempo tengo miedo de seguir. ¿Cómo decirlo? Es una novela sin piedad.
domingo, 19 de mayo de 2013
Pobre Chavía.
viernes, 17 de mayo de 2013
Ni eso.
"Un torturador no se redime suicidándose, pero algo es algo", escribió Mario Benedetti hace algunos años. Murió Videla, el rostro de la dictadura argentina, llevándose sus secretos y las manos empapadas en sangre. A los ochenta y tantos, en la cárcel y cumpliendo su cadena perpetua. Si al menos hubiera tenido el valor y el mínimo de conciencia del que habla Benedetti. Pero ni eso...
sábado, 27 de abril de 2013
domingo, 21 de abril de 2013
12
"Si caminas yo te sigo,/ si te cansas hago un nido en el arcén./ Hoy por ti, mañana también (...) Y al contrario y viceversa,/ en la buena y en la adversa,/ del derecho y del revés,/ tú primero/ y el mundo después".
viernes, 12 de abril de 2013
El Padre Muerto. Un fragmento.
"Hay padres que escupen dólares de plata cuando se les pregunta qué hora es; hay padres que viven en cabañas mugrientas, perdidos en el monte, y que emiten unos ruidos asesinos desde lo más hondo de la garganta cuando sus oídos asombrosamente finos detectan una pisada extraña en el suelo del valle (...) hay padres que se han convertido en réplicas de convincentes monstruos marinos y en la convincente réplica de la gente que odiaban de niños; hay padres que son unas cabras, otros que son la leche, otros que enseñan español en los claustros (...) hay padres que posan a caballo, aunque la mayoría no lo hace salvo en el siglo XVIII; hay padres que se caen de los caballos aunque la mayoría no se cae; Hay padres que tienen miedo de los caballos, aunque la mayoría tiene más miedo de las mujeres..."
El Padre Muerto
A veces, entrar en una novela es como perderse en un laberinto. "El Padre Muerto" de Donald Barthelme es una novela así. No es fácil hablar de ella. ¿Cómo explicar esta historia absolutamente absurda, delirante? Un grupo de personas jalan con cuerdas al Padre Muerto, que es gigantesco (del tamaño de varias calles). Mientras tanto, ese padre muerto no deja de hablar, de mirar lascivamente a las mujeres, de destruir lo que se le ponga enfrente cuando se enfurece (una orquesta completa formada por músicos que tocan instrumentos extraños, por ejemplo). Tendrán que atravesar el territorio de los wend, que son seres sin padres. Nada tiene sentido ¿O lo tiene? La paternidad como una fuerza absoluta y destructiva, a veces frágil, a veces invulnerable. Lo hermoso es que aunque no entiendo nada, cada página me atrapa, me provoca risa, indignación, ternura, profundo desconcierto. En la próxima entrada te muestro un pedacito, Otro. No pienses demasiado, no trates de entender, sólo lee.
martes, 9 de abril de 2013
José Luis Sampedro (1917-2013)
Autor de novelas que me acompañan siempre, por entrañables y profundas, José Luis Sampedro fue, además, economista y humanista que a sus 96 años era referente de los indignados en España, diciendo cosas como que... “Solo los ingenuos y algún premio Nobel de economía llegan a creer que nuestro mercado encarna la libertad de elegir, olvidando algo tan obvio como que sin dinero no es posible elegir nada”. Para mí, sin embargo, fue un escritor de literatura. Pocas novelas tan hermosas y sencillas como "La Sonrisa Etrusca", que desde hace años me gritaba el milagro de la paternidad; pocas tan hondas y bastas como "La Vieja Sirena", que ocurre en la antigua Alejandría y donde el tema es el tiempo, el paso del tiempo hacia la muerte y el breve fulgor de la vida; pocas tan humanas y ciertas como "El Río que nos lleva" donde esos hombres del río se crecen como marea ante la presencia de una mujer. Murió el Domingo, dicen, como deseaba hacerlo: "Sólo quiero morir dulcemente, como muere un río en el mar”. Gracias por tanto, Don José Luis.
sábado, 30 de marzo de 2013
Más allá del tiempo.
"Y así, con un cincel translúcido, su muerte graba en mí una nueva: el que ha perdido un hijo siempre es mujer", dice David Grossman. No sé exactamente como llamar a su libro. ¿Novela? ¿Poema en prosa? Tampoco importa. Es sencillamente desgarrador. Un padre que acaba de perder a su hijo, emprende el camino para llegar allí, a ese lugar, imposible, donde habitan los muertos. Camina y camina. Recuerda. Busca. Hace preguntas que no tienen respuesta. Hace pocos años, Grossman (Jerusalén, 1954) perdió a su hijo en la eterna guerra contra Palestina. Este es el libro que escribió para atravesar por ese infierno. ¿Hay algo más aterrador? ¿Es posible salir cuerdo de una experiencia así? David Grossman lo hizo, y de un modo deslumbrante. Encuentra palabras para decir lo indecible y logra lo que yo creería imposible: hacer emerger la luz desde esa absoluta oscuridad.
martes, 19 de marzo de 2013
El origen
Opresiva y asfixiante, absolutamente pesimista es la novela de Thomas Bernhard. El adulto recuerda aquellos años de adolescencia en un internado nazi primero y en uno católico después. No hay diferencia para él, el edificio, incluso, es el mismo. El mismo salón donde cantaban loas a Hitler es luego la capilla donde cantan alabanzas a Jesucristo. No hay diferencia entre el director nazi sádico y el prefecto católico también sádico. No hay lugar para la esperanza. El suicidio es el pensamiento obsesivo, y todos, absolutamente todos, el sistema educativo, los adultos, la ciudad entera, son cómplices de la aniquilación de lo creativo, de lo sensible y de lo humano. La maestría de Bernhard consiste en construir una novela autobiografica en donde la forma es idéntica a lo contado: no hay espacios en las páginas, no hay puntos y aparte, no hay diálogos, no hay posibilidad de escapar. Al leer me siento atrapado y oprimido por renglones que a cada página se asemejan más a barrotes de una cárcel.
domingo, 10 de marzo de 2013
miércoles, 27 de febrero de 2013
En el Centro 3.
Merecido descanso después de la misión realizada. La Mascota es una vieja cantina ubicada en la zona brava del centro histórico. Esa clase de sitio por donde uno camina queriendo parecer muy tranquilo sin estarlo. Hay que atravesar por entre cientos de vendedores y reparadores de teléfonos que no tienen local y trabajan en la calle, sentados en bancos altos o de pie, cazando clientes. La calle de Las Viscaínas se convierte en Mesones, y allí se encuentra La Mascota. Pequeña, llena de ruido y vida. La rockola pasa de 'Te voy cambiar de nombre' a 'La puerta negra' a 'Yerbero moderno'; los meseros te tratan como si te conocieran; en una esquina, una mesa con jóvenes burgueses-alternativos (que quizá es la misma denominación donde cabría yo) que tienen pinta de venir de la Roma, de la Condesa o de Coyoacán; la botana generosísima: pancita, tostada de tinga, manitas de puerco en salsa verde, cola de res en adobo...; por allá el señor que lee el 'Esto', más acá el vendedor de lotería; y en todos lados, esa dulce sensación de lejanía a la que el ron me conduce poco a poco.
martes, 26 de febrero de 2013
En el Centro. Parte 2
La parte más complicada de la misión: conseguir una película porno-feminista, si es que eso existe. El único lugar donde algo así puede encontrarse es Sex Capital, un enorme espacio de tres pisos que en su momento pretendió ser el paraíso del sexo en México (un lugar con tiendas, cines, espectáculos y bares XXX) y que hoy no es sino un lugar cochambroso, semi-vacío y venido a menos. Me sumerjo en ese extraño mundo de juguetes, películas, lencería, cabinas. A cada paso hay dependientas que me invitan a pasar a sus locales con voz seductora. Pregunto una y otra vez por películas porno dirigidas por mujeres y con enfoque femenino. Sólo una chica intenta ayudarme, el resto de los vendedores, sin dejar de masticar su torta o su tamal, me mira como a un bicho raro. Curioso: rodeados de películas porno hetero, gay, trans, de pies, de maduras, de enanos, de gordos, de animales, parodias porno de Harry Potter, de la familia Monster, de... si preguntas por películas con enfoque femenino, los vendedores te miran con sospecha y reprobación, como si estuvieras pidiendo algo realmente obsceno.
En el Centro. Parte 1
Voy al centro de la Ciudad de México con tres objetivos: conseguir refacciones para una rasuradora vieja, encontrar una película porno-feminista y comer en La Mascota, una de las cantinas más tradicionales del rumbo.
Por partes, Otro. Si buscas refacciones para una rasuradora eléctrica vieja no hay otro lugar: hay que ir al centro. Allí, en la calle Artículo 123 te encuentras el pequeño local de 'Carrillo Alonso, el Amo de las Rasuradoras'. Así se llama, no miento. Y allí es posible encontrar todo si es que aún existe. Después de buscar un rato, el hombre viejo de pelo y bigotito blanco que me atiende encuentra por fin la pieza que necesito. Mientras como unos churros en El Moro, me pregunto si acaso sería él, si habré estado sin saberlo, ni más ni menos que frente a Carrillo Alonso, el Amo de las Rasuradoras. Vaya honor.
sábado, 23 de febrero de 2013
A veces...
A veces, Otro, uno es capaz de pequeños heroísmos. Pequeños, no vayas a creer. ¿Verdad que te ha pasado? Nadie lo sabe, nadie se da cuenta del campo de batalla dentro de ti, de la tensión, de la mínima victoria. Porque vences, Otro, vences. Y te sientes más cerca de lo que quieres ser, alegre y orgulloso, y también, ¿por qué no? con una pequeña y dulce tristeza
viernes, 22 de febrero de 2013
La Cuarentena.
Hace rato no leía una novela "como las de antes". Una historia con algo de Conrad, por ejemplo, con sabor a aventura. El encuentro de culturas, que suele ser una constante en Le Clézio: los europeos "civilizados" y los hindúes, atrapados allí, en esa pequeña isla, aislados y abandonados, enfrentando la enfermedad, el hambre, la locura y la muerte, esa "diosa fría" que sopla sobre cada rincón de ese lugar que al mismo tiempo está cerca y lejos de la salvación. Están los que se aferran a la civilización, los que luchan por volver a ella, y está León, que pone en duda ese mundo que los demás anhelan, León que empieza a sentir ese lugar inhóspito como suyo, León que ha conocido a Suryavati y no desea más que perderse en ella para siempre. Le Clézio escribió una hermosa novela sobre el exilio y el viaje, sobre aquello a lo que podemos aferrarnos cuando hemos perdido casi todo: "Giribala no suelta la mano de Ananta, la mantiene atrapada dentro de la suya, porque esa es la única certeza, todo lo demás no es sino la nada de ese canal y de ese río, esa orilla donde hombres y mujeres desconocidos esperan indefinidamente para partir hacia un país que no existe".
domingo, 17 de febrero de 2013
Entre las ramas
Me aíslo, Otro, ya me conoces. Me retiro a donde no haya gente anhelando un poco de silencio. Parece que nadie me importa, o casi nadie. Parece que tampoco me importas tú, que huyo de ti. ¿Cómo decirte? Quizá este fragmento de la novela de Nicole Krauss te ayude a entender. A mí me ayudó: "Murió en un árbol del que no quiso bajarse. "¡Baja!", le decían. "¡Baja! ¡Baja!" El silencio llenaba la noche y la noche llenaba el silencio, mientras esperaban que Kafka hablara. "No puedo", dijo al fin con una nota de tristeza. "¿Por qué?", gritaron ellos. Las estrellas se esparcían por el cielo negro. "Porque entonces dejareis de preguntar por mi".
viernes, 1 de febrero de 2013
Rubén Bonifaz Nuño (1923-2013)
"Para los que llegan a las fiestas/
ávidos de tiernas compañías,/
y encuentran parejas impenetrables/
y hermosas muchachas solas que dan miedo/
—pues uno no sabe bailar, y es triste—;/
los que se arrinconan con un vaso/
de aguardiente oscuro y melancólico,/
y odian hasta el fondo su miseria,/
la envidia que sienten, los deseos;/
para los que saben con amargura/
que de la mujer que quieren les queda/
nada más que un clavo fijo en la espalda/
y algo tenue y acre, como el aroma/
que guarda el revés de un guante olvidado/
(...)
para los que quieren mover el mundo/
con su corazón solitario,/
los que por las calles se fatigan/
caminando, claros de pensamientos;/
para los que pisan sus fracasos y siguen;/
para los que sufren a conciencia,/
porque no serán consolados/
los que no tendrán, los que no pueden escucharme;/
para los que están armados, escribo".
martes, 29 de enero de 2013
La Historia del Amor
"Es posible que la primera mujer fuera Eva, pero la primera muchacha siempre será Alma" (Nicole Krauss)............................
Si algo define a "La Historia del Amor", la novela de Nicole Krauss, es la ternura. Una profunda ternura por cada uno de sus personajes. Lejos de mi gusto más reciente por las novelas tristes, complejas y oscuras, la historia de Krauss me llevó de la mano, suavemente. El anciano Leo Gursky dando la cara a la muerte, su entrañable amistad con Bruno; la silenciosa traición de Litvinoff; el pequeño Bird que cree ser el Mesías; la búsqueda de Alma y su dulce su manera de mirar el mundo... Cada capítulo lleno de detalles bellos y sutiles, el sentido del humor que me obliga a reír de lo pequeños que somos, de lo torpes que somos, de lo hermosos que podemos ser. Por unos días me olvidé de las novelas oscuras y me descubrí leyendo -en el metro, en el colectivo, en el consultorio- sin dejar de sonreír.
sábado, 5 de enero de 2013
Paella de Reyes
Casi día de Reyes. La Pequeña Otra quiere comer paella, así que vamos al Portal de Cartagena, ese entrañable lugar al que llamo "mi cantina". Hay que decir que la paella del Portal es de las pocas cosas en la vida que se acercan a la perfección. Pues la Pequeña Otra come. No hace distingos: le entra al arroz, al pollo, a los camarones, a las verduras, a las almejas,a las salchichas, a los mejillones. Una parte de mí disfruta enormemente... y otra parte empieza a calcular que esta pequeña hedonista me va a salir muy cara.
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