Para I.
"Nada es del todo indiferente, nada puede permanecer por mucho tiempo indiferente a cualquier otra cosa. Nada permanece intacto y sin contacto. Nadie puede escapar a ninguna parte"
(Zygmunt Bauman)
Sé que no leerás estas palabras, que no tendrás noticia de ellas, y no importa, lo que quise decir ya te lo dije.
Palabras que quieren resumir una mirada.
No cualquier mirada, sino esa que se interponga entre la oscuridad y tú.
Mi palabra que confirme que no soy indiferente, que no puedo serlo, que nadie debería serlo. Y que no hay escapatoria.
Mi palabra-mirada como un profundo 'no' que alcance a tu conciencia, a tu cordura, a tu luz.
Una palabra y una mirada que provoquen en ti una respuesta que me permita aferrarme a la esperanza.
¿Será verdad? ¿Aún es posible creer que una mirada y una palabra amorosa pueden más?
Que así sea me digo, que así sea, que así sea.
domingo, 21 de diciembre de 2008
viernes, 12 de diciembre de 2008
La mirada y el regalo
El regalo se lo hizo Hilda, mi amiga, a la pequeña Otra.
Lo encontró en la novela de Ángeles Mastretta, Mal de Amores. Cada palabra es bella como es bella la mirada que supo descubrirlas y la generosidad se su regalo.
"Niña-dijo Milagros con la solemnidad de una sacerdotisa- yo te deseo la locura, el valor, los anhelos, la impaciencia. Te deseo la fortuna de los amores y el delirio de la soledad.
Te deseo el gusto por los cometas, por el agua y los hombres.
Te deseo la inteligencia y el ingenio.
Te deseo una mirada curiosa, una nariz con memoria, una boca que sonría y maldiga con precisión divina, unas piernas que no envejezcan, un llanto que te devuelva la entereza.
Te deseo el sentido del tiempo que tienen las estrellas, el temple de las hormigas, la duda de los templos.
Te deseo la fe en los augurios, en la voz de los muertos, en la boca de los aventureros, en la paz de los hombres que olvidan su destino, en la fuerza de tus recuerdos y en el futuro como la promesa donde cabe todo lo que aún no te sucede.
Amén".
martes, 2 de diciembre de 2008
Tratado de las Pasiones del Alma
Me ha ocurrido muy pocas veces.
Abro el libro de un autor que hasta ese momento no conozco y antes de acabar la primera página sé que desde ese momento me será imprescindible.
Eso me ocurrió en los primeros renglones de "Tratado de las Pasiones del Alma" del escritor portugués Antonio Lobo Antúnez.
Dos niños. Dos adolescentes. Son amigos, pero también rivales. Uno, el nieto de un rico hacendado; el otro, hijo del peón miserable y alcohólico de esa hacienda. Con los años, el niño rico será un terrorista buscado; el niño pobre será el juez encargado de interrogar a ese terrorista. El reencuentro entre ambos revive rencores y nostalgias.
La historia es interesante, pero la verdadera magia del libro está en su modo de ser contada: el prodigioso lenguaje de Lobo Antúnez, los dos, tres, a veces cuatro tiempos entrelazándose en la misma página creando un tejido perfecto; la mirada descarnada y a veces cruel del escritor hacia sus personajes. Una mirada sin compasión.
Cierro el libro y me quedo con un sabor extraño, una mezcla de asombro, de indignación y de nostalgia.
Y una vaga añoranza por algo que nunca he visto: los nidos de las cigüeñas sobre las chimeneas de los viejos caserones.
viernes, 28 de noviembre de 2008
martes, 25 de noviembre de 2008
el encuentro
El encuentro fue -y sigue siendo- bellísimo y asombroso.
Me refiero al encuentro de mi pequeña Otra y esos objetos mágicos, los libros, que tan presentes están en mi vida y la de mi Otra. Los libros que son ventanas para ver el mundo, espejos para vernos a nosotros mismos, laberintos donde perdernos, estaciones de salida para ir lejos y estaciones de llegada para volver a nuestro espacio más íntimo, revelación de lo no visto, encuentro con otros, similares y distintos.
Resulta que al acercarle este objeto mágico, la pequeña brinca, grita, se estira, abre los ojos y la boca, ¡Se entusiasma tanto! Cuando terminamos de leer se enoja muchísimo y hay que esconder el libro para que no se ponga roja del berrinche.
Eso si, no cualquier libro. Ella ya eligió su obra literaria favorita: se trata de "Miffy", de Dick Bruna (bendito él), la historia de la llegada de una conejita al mundo.
Luego, Otro, si quieres te la cuento.
Ya me la sé de memoria.
sábado, 15 de noviembre de 2008
La Magia es ver
“Puedo contarte de muchos lugares del Mundo. En cuantos sitios se han posado las tórtolas de mi manto. Qué tan pesada es el agua de los ríos sagrados. Cómo es el mar de los minúsculos pueblos de pescadores. O un grano de arena del desierto. Qué es lo que caracteriza una vista desde los glaciares. Por qué en una estepa una brizna de hierba parece ser más alta que un pino. Si hay más cielo por aquí o por allá. Qué tan alto te ves entre las bóvedas de una noche serena. Y por dónde puedes crecer hasta la Osa Mayor. Puedo contarte de muchos lugares del Mundo. Pero, lo entenderás mejor si te lo canto”. (Goran Petroviç)
Acabo de conocer a quien escribió esas palabras, Otro.
Tiene la apariencia del grandulón del colegio. Alto y fuerte y un poco encorvado, como avergonzado de su talla. Cara dura, ojos suaves.
Es serbio. Se llama Goran Petroviç.
Me acerco con la profunda emoción que siento ante alguien a quien admiro tanto.
Al darnos la mano, la mía se pierde entre la suya. Mano de luchador. Enorme.
Lo veo y me pregunto ¿cómo está escondido allí el escritor prodigioso que es? ¿dónde guarda la maravilla, la ternura, la poesía? ¿Cómo hace visible lo invisible?
Alguien le pregunta: ¿cómo haces para crear magia? Y el responde: “Cada vez vamos perdiendo más partes de lo que somos, cada vez hay más cosas que no nos importan, que nos son indiferentes. Dejamos de ver los detalles. Y yo, estoy obsesionado con los detalles.
El momento en que algunas motas de polvo vuelan despacio y son iluminadas por el sol. Eso es la magia.
Para mí, la magia es ver”.
viernes, 14 de noviembre de 2008
Cuarenta
"Los mapas se puede hacer sin cadenas, cuerdas, pasos, triángulos, brújulas, astrolabios, teodolitos, escalas, compases, lápices, gomas de borrar, reglas, micrómetros, planímetros, transportadores, curvímetros, catalejos, planchetas, eclímetros, binoculares, taquímetros, cuadrantes, niveladores, dioptómetros, o sextantes.
No se pueden hacer sin valentía".
(Goran Petroviç)
Cuarenta sin haberme convertido en el señor barrigón y de corbata que temía ser.
Cuarenta y aún ese espacio vacío entre El Loco y El Mundo, las cartas del Tarot.
Cuarenta y hace apenas unos días, al subir al taxi, el chofer me preguntó: "Y qué jóven ¿viene de estudiar?"
Cuarenta y me vuelo clases.
Cuarenta y amanezco lleno de los regalos de mi Otra.
Cuarenta y acabo de arrullar y hacer dormir a una paloma de 4 meses.
lunes, 10 de noviembre de 2008
espiral
No en la nada infinita del espacio
ni en el cosmos y su ráfaga de antorchas
ni en la estela lactea y muda de las noches
ni en la luz de las estrellas fallecidas
ni en el sol, nuestra vecina lamparita
ni en la sábana celeste que nos cubre
ni en la meta siempre allá del horizonte
ni en las nubes y su andar de vacas mansas
ni en la patria, ¿qué es la patria sino un nombre?
ni en los muros silenciosos de esta casa
ni en la clara habitación donde transcurres
ni en la cuna donde arrullo tus mañanas
no en mis ojos ni en mis labios que te nombran
ni en mis brazos que se sueñan tu refugio
sino aquí, justo en el centro de tu ombligo
donde todo y nada y cuándo y dónde
y siempre.
domingo, 26 de octubre de 2008
Requiem por los Heroes
Era un lugar gris y oscuro, a veces maloliente. Pero allí vivían los Héroes.
Mi padre me llevó a conocerlos una tarde de domingo. Antes de entrar me compró una bolsa de cacahuates.
¿Crees que existen los héroes, Otro? ¿Los has visto?
Yo sí. Los vi de cerca muchas veces. Eran de carne y hueso. Algunas veces ví su sangre derramarse.
Aparecían por entre la gente, luciendo uniformes de colores maravillosos, misteriosas máscaras y capas enormes. Subían al ring entre aplausos o mentadas. Y así empezaba la Eterna Lucha entre el Bien y el Mal.
Yo tendría 9 o 10 años. Miraba deslumbrado esas batallas. Soñaba con ser uno de ellos.
Al salir mi papá me compró la máscara de Fishman.
Muchos domingos estuve allí para admirar a los Héroes.
Unas horas antes, por la mañana, comprábamos los boletos en unas taquillas que olían a circo.
Cuando entrábamos a ese lugar, el corazón se me salía, y los ojos querían atrapar cada detalle.
Y en el centro, deslumbrantes, estaban ellos: los Villanos y los Héroes más grandiosos que hubiera visto nunca.
Hoy están por acabar de derrumbar el viejo Toreo de Cuatro Caminos, el lugar en donde vivían los Héroes. Ya no existe su cúpula de fierro. Pronto no quedará ni una sola piedra. Y me entristece tanto. Porque aunque nadie lo sepa -ahora lo sabes tú, Otro- algo de mi infancia y de mi asombro se derrumba con sus muros olorosos a humedad y a orines. Y también esa dulce certeza de entonces de que tarde o temprano, los Buenos vencerán.
miércoles, 22 de octubre de 2008
La invasion
Todo.
Cada rincón, cada lugar, cada momento empieza a llenarse de su presencia. Poco a poco pero ininterrumpidamente abarca los lugares y las personas.
Cortázar escribió aquel magistral cuento: “Casa tomada”, en donde una presencia oscura invade la casa lentamente. Aquí lo mismo, pero se trata de una presencia luminosa.
Mira Otro, pasa por acá.
Aquí junto a los libros de Robine, de Calvino, de Gelman y de Octavio Paz, cerca de las novelas eróticas, ahora también está Miffy la conejita, la rana Ribbit y Manolito Gafotas. Y por acá, a un lado de Bach, de Keith Jarret y del son guajiro, van apareciendo el Grillito Cantor, los sapitos de la noche, la negrita Cucurumbé y Raúl de ojos tristes.
Y eso no es todo, ven, pasa por aquí: este era el cuarto de meditación. Si, justo aquí donde hay una cuna y muchos paquetes de pañales.
¿Te parece poco? Pues aún no termino. Asómate por acá: junto a esa botella de buen vino que está esperando una celebración hay dos mamilas lavadas. Y cerca de los grabados eróticos que me regaló mi Otra y las reproducciones de Klimt, pegaditos a nuestro altar, hay sonajas, cubitos de colores, el mono Agustín y Helena la avestruz.
Invadidos y sin escapatoria.
Entonces me encierro en el baño, único lugar de la casa que parece a salvo. Abro la llave de la regadera y espero que esté bien caliente. Me meto bajo su chorro renovador, cierro los ojos y canto.
Y entonces, mientras me seco con la toalla verde me doy cuenta que lo que tarareo desde hace rato es “El papá Elefante”, la canción de Cri-Crí.
viernes, 17 de octubre de 2008
Teologia Dogmatica
"¿No creéis en el infierno? Ya lo veréis, ya lo veréis"
(José María Escrivá de Balaguer)
Qué pequeño y miserable,
señores,
es su dios
si necesita del infierno
(José María Escrivá de Balaguer)
Qué pequeño y miserable,
señores,
es su dios
si necesita del infierno
martes, 14 de octubre de 2008
El Animal Moribundo
Hay lugares a los que volvemos, Otro. A veces para mirar de nuevo sus calles y su paisaje. Pero sobre todo volvemos para vernos a nosotros mismos y descubrir cómo ha cambiado nuestra mirada.
También vuelvo a algunos libros. Esta vez volví a “El animal moribundo” de Philip Roth. Lo leí hace pocos años y aunque me gustó, me quedé con una sensación inconclusa, como si el mensaje que el libro tenía guardado para mí no se hubiera revelado del todo.
Volví y quedé deslumbrado y lleno de nostalgia.
Es la historia de un maduro maestro de literatura, brillante y seductor y de su último amor: Consuelo, su alumna. Una jóven cubana casi cuarenta años menor. Es fundamentalmente una novela sobre sexo. Sobre su poder enorme, sobre su fuerza y su peligro, sobre nuestra ingenua creencia de que podemos controlarlo y someterlo a nuestra voluntad. También sobre el anhelo. Aquel que puede ser tan enorme que no se sacie con la posesión de lo anhelado
El sexo, ese animal ávido y poderoso. Y también finito y vulnerable... mortal (de allí el maravilloso título de la novela).
Escribo sabiendo que lo he mirado de frente y he sentido su olor salvaje, que quizá en este mismo momento me vigila, me cerca, me rodea...
“Porque sólo cuando coges te vengas de una manera completa, aunque momentánea de todo cuanto te desagrada de la vida y todo cuanto te derrota en la vida. Sólo entonces estás más limpiamente vivo y eres tú mismo del modo más limpio. La corrupción no es el sexo, sino lo demás (...) El sexo es también la venganza contra la muerte. No lo olvides jamás. Sí, también el poder del sexo es limitado. Sé muy bien lo limitado que es. Pero, dime, ¿qué poder es mayor que el suyo?”
(Philip Roth, “El animal moribundo”)
domingo, 12 de octubre de 2008
aquel dia
No te lo había contado, Otro. Quizá por algo parecido al pudor. Ahora lo hago.
Yo no sabía cargar a mi pequeña Otra. Cada vez que lo intentaba ella lloraba, me pateaba, se alejaba de mí.
Veía cómo se quedaba dormida en brazos de mi Otra, o de sus abuelas. Nunca conmigo.
Cada intento terminaba en nuevos llantos. Y me dolía. Me avergonzaba ese dolor, me parecía absurdo pero no podía evitarlo. Yo podía jugar con ella, bañarla, cambiar sus pañales, pero mis brazos no sabían ser cuna para ella. Y me dolía.
Hace unas semanas ocurrió.
De nuevo intenté cargarla y luego de larguísimos minutos, del dolor de espalda, de sobresaltos y dudas, al fin se quedó dormida en mis brazos. Yo temblaba, maravillado. Al fin mis brazos eran su cuna y su refugio. El corazón se me salía del pecho. Con todo el cuidado del que fui capaz, la coloqué en su pequeño colchón. Se despertó un poco, pero unos segundos después, volvió a quedarse dormida. Alcé los ojos y vi los de mi Otra, húmedos. Me levanté y me abracé a ella.
Y entonces... lloré como hacía años no lo hacía. Lloré como no pude hacerlo cuando supe que habitaba el vientre de mi Otra y cuando la vi salir agotada de entre sus piernas. Lloré y lloré un llanto guardado y antiguo. Un llanto que me limpiaba los miedos. Un llanto de gratitud y de vida.
lunes, 6 de octubre de 2008
quien y que
Abro los ojos y el monstruo sigue allí.
No es un mal sueño: La muerte y su imperio, la violencia, la impunidad ofensiva.
El monstruo de cada día. Alimentándose de sí mismo. Insaciable.
Y entonces, Otro, me aferro a las palabras de Italo Calvino. Están al final de "Las Ciudades Invisibles", su maravilloso texto. Ven, acércate, léelas conmigo.
Hagámoslo posible.
“El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, y que formamos estando juntos. Hay dos formas de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de sentirlo. La segunda es riesgosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y darle espacio.” (Italo Calvino)
domingo, 5 de octubre de 2008
domingo, 28 de septiembre de 2008
ofrenda segunda
Que el silencio
que los dedos de la lluvia
que el rumor de arroyo limpio de los días
que el sabor a amanecer de las naranjas
que las cosquillas
que los libros y los mundos que fecundan
que el poder de las semillas
que la música y la danza
que la luna
que las despedidas
que el amor, su resplandor, sus espejismos
que lo simple y su escondida maravilla
que el llamado poderoso del camino
y que la vida
que la vida
que la vida...
martes, 23 de septiembre de 2008
ofrenda primera
Para tus ojos ávidos, el mundo
los mil colores que viven en el verde
la luna que es de nadie y es de todos
el viejo sabio y rojo que es el fuego
Para tus ojos límpidos, el mar
el impasible azul del ancho cielo
lo enorme y también lo diminuto:
el musgo, el caracol, la catarina
Para tus ojos, hija, la belleza
la perenne y la fugaz, también la humana
el arte, las galaxias, las ballenas,
la piedra, el gato, el sol, las catedrales
Para tus ojos, el milagro de los rostros
sus sonrisas, su historia, sus arrugas
su dolor para encenderte rebeldías
su ternura para abrirte las ventanas
Para tus ojos infinitos, el encuentro
la desnudez que es siempre única y primera
y a su tiempo, otros ojos que se asomen
deslumbrados al misterio de tus ojos.
viernes, 19 de septiembre de 2008
muros y puertas
“Cada cerradura adicional que colocamos en la puerta de entrada (…) hace que el mundo parezca más traicionero y temible".
(Zygmunt Bauman)
El miedo.
El que estalla en el centro de una plaza abarrotada una noche de septiembre.
El que se nos va instalando en la costumbre.
El que hace que dudemos en salir, en buscar y en encontrarnos.
El que pretende que nos miremos como extraños, como ajenos, como sospechosos; y ya nunca como prójimos.
El que nos hace construir muros para estar a salvo de los demás y del mundo.
Muros altísimos, poderosos e infranqueables. Muros que nos impiden ver a los demás. Que dicen a los demás: "Quédate afuera, no pases".
Yo no quiero, Otro. Me niego a jugar ese juego oscuro.
Me niego a que el miedo pueda más que la esperanza.
Me niego a que el miedo y sus muros nos impidan encontrarnos.
Quizá no hay modo de tirar los muros, Otro.
¿Y si abrimos puertas?
sábado, 13 de septiembre de 2008
espejo
¿Sabes Otro? Hay otros que no son mis otros. Otros ajenos. Otros que deseo lejos y que sin embargo están presentes por más que cierre los ojos o por más que los abra, como queriendo ahuyentar los últimos jirones de una pesadilla.
Son esos otros que estuvieron cerca de mi vida con el índice acusador siempre listo para señalar la debilidad del prójimo. Los que hablaban de pecado creyéndose la voz de Dios. Los limpios, los infalibles, los perfectos. Los que de tan puros, ensuciaban cuanto tocaban con su mirada limpia.
Para ellos.
Espejo tú
que me refleja el nunca,
oscura perfección,
memoria siempre.
Pues soy este que soy,
el que estoy siendo
para no ser jamás
como tú eres.
viernes, 5 de septiembre de 2008
de Andres Neuman
Palabras para la hija que no tengo
"Entornaré tus ojos si prometes soñarme.
Compréndeme, no es fácil velar por alguien siempre:
a veces necesito saber que tienes miedo.
Cuando sepas hablar, dame mi nombre;
diciéndome papá ya habrás hecho bastante.
En invierno no abrigues demasiado
tu cuerpo de princesa, más útil y más noble
es irse acostumbrando a resistir.
Acepta golosinas de los desconocidos
-no está el mundo como para negarse-,
pero apréndete esto en cuanto puedas:
más frecuente es lo amargo, o que te ignoren,
y no los caramelos.
Te enseñaré a leer fuera del aula,
y llegada la hora quiero que escribas mar
sobre los azulejos del pasillo.
Cuando por vez primera cruces la calle sola
sabrás que el riesgo y la velocidad
perseguirán tus días para siempre.
No creas que, en el fondo, no soy un optimista;
si no lo fuera, entonces no estarías allí
cuidando que te cuide como debo.
Como ves, desconfío
de quienes no veneran el asombro
de estar aquí, ahora.
Existe la alegría, pero duele;
tendrás que conseguirla.
Y cuando la consigas tendrás miedo."
martes, 26 de agosto de 2008
duda
martes, 12 de agosto de 2008
En la gota de ambar
Van terminando los días de vacaciones, que coincidieron con los primeros días de la pequeña Otra. ¡Ha sido tan hermoso compartir este espacio con mis dos mujeres! Este espacio que es como estar dentro de una gota de ámbar.
No te confundas, Otro. Cuando pienso en esta metáfora no estoy pensando en un lugar suave y empalagosamente dulce. Todo lo contrario. Quizá estos días han sido los más intensos, cansados y difíciles de mi vida. Muchas veces me he sentido en el límite de… de algo.
Veo a mi Otra con la pequeña en brazos, escucho como la arrulla y le canta eso que dice: “En una palangana vieja sembré violetas para ti…” y no puedo sino admirar su enorme fuerza y su paciencia.
Estos días terminan. Ya empieza a reclamarme el ruidoso trajinar del día a día, de las prisas, de las clases, del metrobús atestado. Poco a poco, con nostalgia, voy saliendo de esta experiencia. No del todo, por supuesto, pues bien sé que ya no saldré jamás, pero sí de este inicio, estos primeros días de Su vida, de nuestra vida juntos.
Hoy sólo puedo sentirme profundamente bendecido por el privilegio bellísimo y difícil de haber vivido, por unos días fugaces, en una gota de ámbar.
miércoles, 6 de agosto de 2008
El Encargado de la Caca
Y tú que pensabas, Otro, que quizá mi vocación estaba en la docencia, en la terapia, en la palabra escrita. Nada de eso.
En estos días se me ha revelado que mi verdadera maestría está en la tarea cotidiana de quitar el pañal sucio, limpiar bien la zona, poner la pomada contra las rozaduras, colocar el pañal limpio. Una y otra vez. Varias durante el día… y durante la noche.
Eso no significa que mi Otra no participe de esta tarea, también le toca muchas veces; es sólo que ella está haciendo otras todo el tiempo. Y esas no puedo hacerlas yo. Me encantaría tener un pecho suave y rebosante de leche tibia… pero no tengo. Parece que mis brazos no son los mejores para dormir a la pequeña, y que incluso no soy el indicado para hacerla repetir, pues siempre que lo intento, ella se revuelve, me empuja con sus piernitas y me rasguña la cara.
Así que mi tarea se ha vuelto esta. Yo mismo me he nombrado el Encargado de la Caca, para servir a ustedes.
Y luego de la experiencia de estos días, juro con una mano sobre mi corazón y otra sobre su pañal, que no hay título más alto ni más honroso, y que no lo cambiaría por el de ningún marqués ni conde ni princesa.
lunes, 4 de agosto de 2008
el asombro cotidiano
En contra de lo que sabios pedagogos y educadores opinan, y en contra de lo que la higiene y las reglas de la buena educación sugieren, ella, la Pequeña Otra, duerme entre nosotros, bajo las mismas sábanas, en el mismo calorcito.
Se duerme haciendo mil ruiditos y pujidos.
A veces no es fácil y al otro día, mi Otra y yo amanecemos un poco entumidos, muy rectos como varas y acomodados justo a la orilla de la cama mientras la pequeña duerme extendida cuan corta es.
Pero todo eso vale la pena a cambio del contemplar el asombroso espectáculo cotidiano de su despertar:
Comienza por hacer más ruidos que los del sueño, suspira, se agita, bosteza. Tiembla y se estira con los puñitos apretados. Y se vuelve a quedar quieta. Un nuevo intento, encoge las piernitas, medio abre un ojo -una rendijita-, vuelve a bostezar y vuelve a quedarse quieta. Así una y otra vez, hasta que en uno de esos intentos, treinta o cuarenta minutos después, luego de un nuevo bostezo, un nuevo suspiro y un nuevo estirón con temblor de puños, logra al fin abrir los ojos, un poquito antes de lanzar el primer llanto de la mañana.
Entonces, sólo entonces, nace el día.
sábado, 2 de agosto de 2008
Una vez mas, Alejandro
jueves, 31 de julio de 2008
Alejandro Aura
"Yo sí
yo metería
la mano al fuego
hasta
por nadie"
(Alejandro Aura)
Me contaron, Alejandro, que llamabas por su nombre a cada árbol, que eras un maravilloso cocinero y sabías todos los albures.
Que mientras te transladabas a cualquier sitio, ibas inventando historias en las que aparecían las personas y los objetos con los que te cruzabas en el camino.
Que si un vendedor tocaba a tu puerta, siempre le comprabas algo, aunque fuera feo o no lo necesitaras, porque te parecía que aquella persona trabajaba honestamente y necesitaba el dinero mas que tú.
Que a veces, justo antes de empezar una conferencia, no tenías idea de lo que dirías, y que sin embargo, bastaban dos minutos para que el auditorio estuviera riendo contigo y colgado de la asombrosa telaraña de tus palabras.
Y hoy, los periodicos me contaron que ayer dejaste de existir, allá lejos, en Madrid.
Yo te conocí por estas anécdotas, por tu decisión de hablar de frente con la enfermedad, pero sobre todo por tu poesía fresca como la hierbabuena, terrenal, cercana. Por tu poesía luminosa, nunca oscura. Por tu poesía que tantas veces me conmovió y tantas otras -y eso es hermoso- me hizo reír.
Por todo eso, gracias y hasta siempre, Alejandro, Poeta.
jueves, 24 de julio de 2008
Llegada 2
Luego de alzarse hasta ocultar el cielo
la ola más feroz y más gigante
y luego de arrasar con lo que he sido
estruendosa
implacable,
se hace un silencio súbito tan hondo
y tan impenetrable.
Abro la puerta de mi casa y miro
el mar al otro lado de la calle.
No hay respuestas porque no hay preguntas,
no se puede explicar
lo inexplicable.
Sólo el soplo ligero de la brisa,
una gaviota inmóvil en el aire
y aquellas nubes y su sombra apenas
y la tarde.
Sólo este instante frágil e imposible
y el mar al otro lado de la calle.
Ni la muerte entonces, ni sus ecos,
ni el juego interminable del azar.
Sólo el agua constelando de destellos
su eternidad.
Nada qué hacer sino quedar rendido.
Nada que esperar.
Guardar silencio y contemplar absorto
al otro lado de la calle
el mar.
viernes, 18 de julio de 2008
lunes, 14 de julio de 2008
Rendición
Fue el sábado, un sábado como todos y como ninguno.
Un sábado de intentar y de no saber.
Y al final, no fue la música dulce del arpa, ni mi respiración queriendo ser un bálsamo, ni mi voz inventándote arrullos, ni mis brazos hechos cuna, ni mis miradas absortas, ni el latido de mi corazón junto al tuyo, ni mi silencio, ni mi ansiedad, ni mis palabras hilvanando historias para tí. No fue mi amor tampoco, carajo, ni siquiera mi amor.
Lo que logró darte un ratito de paz, pequeña Otra, amor, lo que al final secó tus lágrimas y te dió consuelo... fue un pequeño chupón de veinticinco pesos.
domingo, 6 de julio de 2008
solo
Hace tiempo lo escribí para mi Otra, sin imaginar que lo estaba escribiendo, a la distancia, para mi otra Otra.
Va para ellas, entonces...
Todo suave y pequeño
amanecido
todo luz apenitas
gota de agua
Solo el instante mismo
en que te miro
Solo un reflejo azul
caricia de ala
Solo tus pasos brevísimos
callados
el roce apenas de tu sombra
de hada
Solo tu olor
tu cuerpo a mi costado
y tu tibieza
y tu mirada
miércoles, 2 de julio de 2008
lecciones
"Lo real es lo que no esperábamos" (Henri Maldiney)
Yo pensaba, Otro, que su primera lección sería el dar. Ya sabes: levantarse, desvelarse, desmañanarse, bañar, esterilizar, preparar, arrullar, mecer, cambiar, limpiar... Me equivoqué.
Luego de los primeros días, de la frustración y angustia de ambas, de pechos rebosantes de dolor, de llantos de hambre de una y lágrimas de desesperación de la otra, aprendo la importancia de tomar: tomar aquello que está allí, cerquita y tibio, justo al lado de la mejilla. Tomar y aferrarse, tomar y no soltar; y si suelto volver a tomar y volver a aferrarme y volver a...
El verdadero aprendizaje es el que no esperaba.
Yo pensaba, Otro, que su primera lección sería el dar. Ya sabes: levantarse, desvelarse, desmañanarse, bañar, esterilizar, preparar, arrullar, mecer, cambiar, limpiar... Me equivoqué.
Luego de los primeros días, de la frustración y angustia de ambas, de pechos rebosantes de dolor, de llantos de hambre de una y lágrimas de desesperación de la otra, aprendo la importancia de tomar: tomar aquello que está allí, cerquita y tibio, justo al lado de la mejilla. Tomar y aferrarse, tomar y no soltar; y si suelto volver a tomar y volver a aferrarme y volver a...
El verdadero aprendizaje es el que no esperaba.
domingo, 29 de junio de 2008
Llegada
martes, 24 de junio de 2008
domingo, 22 de junio de 2008
La puerta
La puerta
La puerta humedecida de mareas
La puerta
La puerta del inicio de los días
La puerta
La puerta con su oscura enredadera
La puerta
La puerta que conduce al infinito
La puerta que resguarda el gran misterio
La puerta que no sé a donde me lleve
La puerta que es un túnel, que es un río
La puerta que...
Toc-toc
y empieza a abrirse.
miércoles, 18 de junio de 2008
Resistencia
"Sonreir, reir, acariciar, abrazar es resistir. Resistirnos a la crueldad del universo"
(Edgar Morin)
Pareciera que en estos días oscuros es imposible escribir algo. Yo no puedo, Otro. No se cómo.
Pero encontré algo que escribí hace poco más de un año. Y dice mucho de mi sentir de este momento.
Va pues, para encontrarnos, para consolarnos, para seguir...
Allí la muerte
en el horizonte
implacable, invicta, poderosa
Allí su oscuridad absurda
su tormenta de nieve
su ventisca
Allí su océano vuelto furia
su tempestad rugiente
su vacío
Aquí tu y yo pequeños, de la mano
con una vela sólo
una llamita.
martes, 17 de junio de 2008
viernes, 6 de junio de 2008
solo asi
Sólo siendo pequeño,
diminuto,
un mayate en el patio
del recreo,
una piedra que cabe
en el bolsillo,
una brizna,
una gota,
una pelusa,
solo siendo pequeño,
diminuto,
alguien puede tomarme
con sus dedos,
y ponerme en la palma
de su mano
y soplarme muy suave
y darme vuelo.
(Para Nirvana, Hilda, Gerardo, Carolina, Jenny, Jaime, mi hermana y mi Otra, con quienes pude serlo)
martes, 27 de mayo de 2008
San Juan del Rio
El limonero, el níspero, la higuera,
su sombra vegetal, su melodía,
y el agua memoriosa y transparente
que viene y va, que fluye, que respira.
El olvidado y tibio aroma de las cosas,
de la nata, del café, de las tortillas,
la diminuta luz, constante, sigilosa
y las manos del amor en la cocina.
Y en el fondo, donde empiezan los misterios
donde se cuentan chismes las gallinas,
hay la luz y la silueta de aquel hombre:
el alquimista de la carpintería.
miércoles, 14 de mayo de 2008
por un instante
En ese momento sus ojos brillaban, y parecía que su sonrisa iluminara el mercado entero...
No sé su nombre ni su edad. No es fácil saberlo por su enfermedad mental, que también afecta lo motriz. Parece joven.
Lo veo en el mercado de mi colonia. Allí se gana la vida de cualquier forma. A veces lo encuentro barriendo o trapeando entre los pasillos olorosos a fruta, otras, lo veo descargando huacales junto a algún camión pequeño. Conoce a todos los marchantes. Los saluda, le chiflan, le hacen bromas.
Tiene la mirada inocente ese Otro al que el misterio le deparó un camino de subida.
Hace unos días, lo encontré radiante. Llevaba puesto un cinturón de cargador y la camiseta amarilla y azul de ese odiado equipo de futbol. Casi bailaba de alegría. Se acercó al puesto de pescado y alzando sus brazos flacos, victorioso, lo escuché gritar: "¡Ahora si ganamos! ¡Ahora si!"
En ese momento sus ojos brillaban y parecía que su sonrisa iluminara el mercado entero.
Y entonces, mi corazón y yo fuimos americanistas, águilas, azulcremas.
Solo por un instante.
sábado, 10 de mayo de 2008
un pecado capital
Algunas veces, Otro, he sentido envidia.
No muchas, es cierto. No es uno de mis pecados capitales más recurrentes. Y por supuesto, en este sitio no voy a platicar cuáles sí lo son.
Pero en estos días...
Apenas terminé una bellísima novela: "Dientes Blancos". Me conmovió, me hizo pensar, me hizo reír, me llenó de ternura.
Sigue en mí la imagen de la jamaiquina Carla bajando felinamente por las escaleras.
Recuerdo a Samad queriendo ser fiel a su Corán e intentando masturbarse sin usar las manos para pecar menos ante los ojos de Alá mientras se repite: "Más justo no puedo ser".
Me río de nuevo con la venganza de Alsana, que para enloquecer a su marido decidió dejarlo en una incertidumbre constante nunca respondiendo directamente a nada: "Tus pantuflas podrían estar en el ropero, aunque Alá sabe que también podrían estar en el baño".
Imagino a los mellizos Millat y Magid a quienes les suceden las mismas cosas aunque vivan en lados opuestos del mundo.
Amo un poco la sencillez y el cuerpo rotundo "bien surtido de piñas tropicales, mangos y guayabas" de la adolescente Irie.
Cada página habla de la diversidad, de la mezcla, de la increible fragilidad de las fronteras. Sus personajes son intensos, extremos, algo absurdos, pero curiosamente eso no los aleja de mí, sino que los hace más cercanos, más mis prójimos, más mis Otros.
Y acabo de enterarme de que la hermosísima autora, Zadie Smith, inglesa de madre jamaiquina, escribió ésta, su primera novela a los veinticuatro años.
Y entonces, Otro, lo confieso, siento envidia.
miércoles, 30 de abril de 2008
Domingo en Santo Domingo
Y entonces, fue la musica.
La que de tan conocida nos deja una memoria a chocolate y pan de yema.
La sutil y alada, la que podría quebrarse, la que sabe volar pájaramente.
La solemne y profunda, la que el coro convierte en una ola majestuosa que estalla en nuestro pecho.
La balcánica y gitana, la que desde un pueblo remotísimo nos hace bailar a puro brinco.
La que reune a todos esos Otros que me alegran la mirada con rastas y colores y tatuajes.
La que sube a la tierra y baja al cielo.
La que convocada por el grito jubiloso de Goran Bregoviç hizo jugar al alma, hizo llover al cielo, hizo bailar a Lía e hizo temblar la tierra
sábado, 26 de abril de 2008
su voz
¿Qué tiene su voz que por momentos me deja sin aire, como colgado de un hilo transparente?
¿Qué tiene su voz que toca un lugar de mí para mí desconocido?
¿El rumor antiguo de Guadalquivir?
¿La última mirada que el moro echa a la tierra que fue suya y de sus padres y de los padres de sus padres y de los padres de éstos y en aquel momento abandona para siempre?
¿Cómo es que tiene al mismo tiempo el más íntimo de los trinos y la más arrebatada ráfaga de rocas?
¿Qué tiene la voz de Enrique Morente?
¿Qué?
viernes, 18 de abril de 2008
Alla y aqui
Allá el vacío absoluto
la nada en que se abisma
la sombra de la muerte
su espada
su jauría.
Aquí el calor del surco
besando a la semilla
la sed de las raíces
el agua que se filtra
aquí la luz más pura
su vocación de espiga
y el tiempo que entretanto
se enreda y ensimisma
aquí mi compañera
calladamente tibia
las alas de sus ojos
la tarde que se inclina
no hay nada que no cante
nuestra unidad perdida
aquí la vida toda
aquí sólo este día
y Lía y Lía y Lía
y Lía
y Lía
y Lía
domingo, 13 de abril de 2008
Entre ellas 2
"Tengo la sospecha de que comenzaste a escuchar.
Y lo imagino porque me entraron unas ganas locas de cantar"
(Mi Otra, el 15 de enero)
Y lo imagino porque me entraron unas ganas locas de cantar"
(Mi Otra, el 15 de enero)
miércoles, 2 de abril de 2008
entre ellas
Las miro desde lejos, emboscado tras el azul de mi silencio.
Ellas.
Algo se traen entre manos, algo esconden.
Algo se dicen a través de palabras y silencios, a través de cuentos y de arrullos, de naranjas, de hierbitas verdes, de estambres, de duendes y lloviznas.
En cuanto vuelvo la cara se hacen guiños cómplices. Se ríen.
Se tocan, se vuelven pececitos jugando en la tibieza.
Se trinan, se acunan, se contemplan.
Viven en un espacio solo de ellas, en donde a veces soy un invitado absorto. Asomarme es como entrar en una gota de ámbar.
Cuando estoy a punto de dormirme escucho el murmullo suave de sus risas, el breve aletear de un pajarito, sus palabras contándose secretos...
Algo se cantan y se cuentan.
Ellas.
domingo, 23 de marzo de 2008
letania
Río que me inhunda
llovizna apenas
espiral de agua
ven
suave cataclismo
luz que me ciega
muerte del silencio
ven
hambre de tu aroma
pan calientito
cálido refugio
ven
brújula constante
coro de grillos
mar entre mis manos
ven
brisa que refresca
rumor del tiempo
duda interminable
ven
íntima maestra
juez implacable
dulce curandera
ven
última pregunta
faro encendido
tibio laberinto
ven
límpida ventana
eterno asombro
pececito verde
ven
mango de manila
jardín de besos
viaje que no acaba
ven
mariposa blanca
mono pequeño
semillita tierna
ven
luna a medio día
sol de la noche
voz de lo callado
ven
fuego de mi fuego
alma de mi alma
vuelo de tu vuelo
ven
dueña de mi muerte
puñitos fieros
canto de la vida
ven
ven a ver el mundo
ven caracolito
ven que ya te espero
ven
llovizna apenas
espiral de agua
ven
suave cataclismo
luz que me ciega
muerte del silencio
ven
hambre de tu aroma
pan calientito
cálido refugio
ven
brújula constante
coro de grillos
mar entre mis manos
ven
brisa que refresca
rumor del tiempo
duda interminable
ven
íntima maestra
juez implacable
dulce curandera
ven
última pregunta
faro encendido
tibio laberinto
ven
límpida ventana
eterno asombro
pececito verde
ven
mango de manila
jardín de besos
viaje que no acaba
ven
mariposa blanca
mono pequeño
semillita tierna
ven
luna a medio día
sol de la noche
voz de lo callado
ven
fuego de mi fuego
alma de mi alma
vuelo de tu vuelo
ven
dueña de mi muerte
puñitos fieros
canto de la vida
ven
ven a ver el mundo
ven caracolito
ven que ya te espero
ven
miércoles, 12 de marzo de 2008
iluminacion
domingo, 2 de marzo de 2008
miércoles, 20 de febrero de 2008
velar y revelar.
"Todo ser es capaz de desnudez" (André Gide)
Somos unos pocos los que en la calle la contemplamos. La gente, los coches pasan de largo sin alzar la vista.
Poco a poco esconde su brillo tras un suave velo de sombra. Es como si guardara silencio. Como si se sonrojara.
Se transforma. Se vuelve rojiza... o café. No sé. Ese color me resulta indefinible.
Color de luna eclipsada.
La miro. La miramos, porque a mi lado esta mi Otra y también mi Otra que la habita, diminuta.
Es extraño. Al velarse, se revela. Como cuando la ropa nos muestra la desnudez que oculta.
A veces la olvido, yo tan terrenal. Pero cuando se oculta... se muestra.
¿Es así? ¿Hace falta que la belleza se esconda para que la descubra?
El tiempo pasa, y ella, lentamente, se desprende de la sombra y se desnuda.
domingo, 17 de febrero de 2008
A la orilla
Debe medir unos cinco pasos de ancho, no más; y quizá diez o doce pasos de largo. Una portería de pie en un extremo y una caída en el otro.
Está a la mitad de una barranca.
A la orilla de la pequeñísima cancha, la barranca. Atrás de la portería, la barranca. Resultaría imposible jugar más de dos minutos sin que el balón cayera rebotando a la barranca.
Y sin embargo está allí, retando a todos los absurdos.
¿Quién la hizo? No lo sé. Pero cada vez que paso por allí, sonrío. Y agradezco.
Doy gracias a quien decidió que jugar vale la pena aún en las condiciones más insospechadas, a quien levanta la risa en el brevísimo lugar que le toca, a quien se atrevió a construirse un pequeño espacio de libertad aunque esté cercado de imposibles
domingo, 10 de febrero de 2008
la mensajera
lunes, 28 de enero de 2008
En el templo de los dioses con colmillos
Es un templo. Al principio no lo parece, pero es un templo. No es fácil entrar, Otro, necesitarás esperar, ser paciente. Llegará tu tiempo.
Debes saber que entras en un templo, y eso implica que hagas a tu alrededor un espacio de silencio y de soledad, aunque estés rodeado de cientos de personas.
No tengas prisa, déjala fuera. Deja que los apresurados pasen. Tu, Otro, camina despacio, escuchando como rechina la madera del suelo bajo tu pisada. Y ábrete, ablándate, deja entrar cada imagen y no sólo cada imagen, también la música, los murmullos, el maravilloso espacio suavemente alumbrado. Déjate inhundar por él. Cree.
Mira detenidamente, déjate afectar por lo que miras. Si sientes un escalofrío –lo sentirás- o si se forma un nudo en tu garganta –se formará-, déjalo estar. Respira. Ablándate aún más, ábrete de nuevo.
Observa cada proyección de principio a fin. No pierdas nada. Una vez que la hayas visto completa, acércate a la pantalla y deja que vuelva a iniciar, vuelve a mirar lo a mirado durante algunos minutos y luego, dando la espalda a la pantalla, camina mirando las caras de la gente que ve la proyección. Observa sus rostros de asombro, su emoción, su reverencia.
Ve a esos dioses enormes y silenciosos, su gigantesco vaivén, su piel gruesa y arrugada, sus ojos ancestrales y sabios, sus colmillos. Cree que efectivamente las estrellas son sus ojos en el cielo. Recuerda que son dioses y que alguna vez lo supiste.
Estira tu manos para acariciar la del orangután, y deja que te bese suavemente, intensamente. Pregúntate, aunque no hay respuesta, si eres tú quien se conmueve con él o si es él quien se conmueve contigo.
Nada con el manatí y con las ballenas. Vuélvete una estatua al lado de los guepardos. Acuna entre tus brazos al lince. Atemorízate ante la violencia de las hienas. Sigue el vuelo luminoso de el águila. Danza, vuela, sumérgete, susurra, ora, calla.
O no, quizá es mejor que olvides lo que he dicho. Solo entra en el templo y mira con tus propios ojos…
(Al salir de la exposición “Ashes and snow” de Gregory Colbert en el Museo Nómada. Zócalo de la Ciudad de México)
viernes, 18 de enero de 2008
En la hondura silenciosa
En la hondura silenciosa de tu vientre
hay un canto convocando la mañana,
se disipa la tiniebla y amanece
y hay un súbito repique de campanas.
El azul está rasgándose de estrellas,
un rumor de manantial ya se presiente,
hay un ritmo de tambores que despierta
y una ráfaga de pájaros y peces
Hay el mar con su certeza de infinito,
hay la tierra que sostiene nuestros pasos,
hay el aire deshilando remolinos,
hay el fuego incandescente y su zarpazo,
hay el tiempo y el latido de sus horas,
hay las cebras cabalgando en la llanura,
hay glaciares, hipocampos, mariposas,
una sangre alborotada por la luna,
hay el canto de los grillos, hay España,
hay un hombre conversando con sus libros,
hay la mina, la madera, la cabaña,
el arroz y los frijoles y los hilos,
hay tus ojos y mi miedo, nuestra risa,
lo pasado, lo futuro, lo presente,
hay la muerte y el asombro de la vida
en la hondura silenciosa de tu vientre
(Para mi Otra, en su cumpleaños)
domingo, 13 de enero de 2008
La palabra de Angel Gonzalez
La vida en juego.
"Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde pongo la fe, me pongo en juego.
Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego..."
Milagro de la luz
"Milagro de la luz: la sombra nace,
choca en silencio contra las montañas,
se desploma sin peso sobre el suelo
desvelando a las hierbas delicadas (...)
Una sombra más leve y más sencilla,
que nace de tus piernas, se adelanta
para anunciar el último, el más puro
milagro de la luz: tú contra el alba".
"Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde pongo la fe, me pongo en juego.
Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego..."
Milagro de la luz
"Milagro de la luz: la sombra nace,
choca en silencio contra las montañas,
se desploma sin peso sobre el suelo
desvelando a las hierbas delicadas (...)
Una sombra más leve y más sencilla,
que nace de tus piernas, se adelanta
para anunciar el último, el más puro
milagro de la luz: tú contra el alba".
Angel
"Por eso mismo,
porque es como os digo
dejadme que os hable
de ayer, una vez más
de ayer: el día
incomparable que ya nadie nunca
volverá a ver jamás sobre la tierra"
(Angel González)
Acabo de saber, Angel, poeta, que moriste a los ochenta y dos años hace apenas dos días, en un hospital de Madrid.
No puedo dejar de pensar que no verás este día, esta luz que yo ahora veo.
No te conocí a tí, pero sí a tu poesía, y dicen quienes te conocieron personalmente que eras como ella: profundo, terrenal y transparente.
Desde aquí te pienso, Angel, y agradezco tu palabra y tus ojos buenos.
sábado, 12 de enero de 2008
Un barco abandonado
Volviendo de las Islas del Rosario hacia Cartagena de Indias, la lancha en que viajábamos pasó por un canal estrecho y muy poco profundo. En la orilla, encayado en la arena, apareció el cascarón de un viejo barco. Oxidado, vacío y abandonado. Parecía haber llegado de Macondo ¿Qué hacía ese barco en ese lugar sin nadie? La velocidad de la lancha me impidió fotografiarlo. Cuando saqué la cámara ya era demasiado tarde. Sin embargo, la imagen de ese barco me sigue acompañando. Si no pude fotografiarlo, pensé, lo guardaré con la palabra. Así surgieron estos versitos...
Encayado y en un limbo sin gaviotas
vencido ya, desnudo, abandonado
nostálgico del mar que navegaste
refugio clandestino de borrachos.
Qué puertos bulliciosos te arrullaron?
qué ciclones venciste?, qué tormentas?
qué memorias conservas?, qué rumores?
escuchaste alguna vez a las sirenas?
Yo me alejo, navegante de mis días
con un céfiro propicio que me acuna
pero sé cuando te miro, que me miro
en un próximo mañana sin espumas
un mañana en que mis brújulas se callen
y termine mis andanzas, encayado
yo también en ese limbo sin gaviotas
vencido ya
desnudo
abandonado
viernes, 11 de enero de 2008
de par en par
El corazón de par en par se me aventana
con tu presencia casi
con tu ahora
y ya no hay modo de cerrarlo ante tu lluvia
ante tu viento a ráfagas
tus aves.
Para siempre, me digo, para nunca
ventanamente yo, tan empapado
sin modo de cerrarme
sin guarida
vencido ya por ti
por tu aguacero
con tu presencia casi
con tu ahora
y ya no hay modo de cerrarlo ante tu lluvia
ante tu viento a ráfagas
tus aves.
Para siempre, me digo, para nunca
ventanamente yo, tan empapado
sin modo de cerrarme
sin guarida
vencido ya por ti
por tu aguacero
sábado, 5 de enero de 2008
La Boquilla
Viajar permite ampliar la mirada. Durante el viaje nos encontramos con imágenes totalmente nuevas, nunca antes presentes a nuestros ojos, y al volver, miramos lo conocido con unos ojos nuevos. Vemos lo que ya no sabíamos ver, de tanto verlo.
Cada viaje me llena de imágenes, sabores, aromas, texturas y sonidos. También éste. Al volver, descubro que hay una imagen de aquel país que me lo representa entero, no sé por qué razón. ¿Cómo explicarte, Otro?
Lo intento: Para mí, Sevilla es el bar “Quitapesares”, comiendo cacahuates. Granada es el parquecito en el Albaicín, frente a “La Porrona”. Lisboa es una callecita empinada en el Chiado. La Habana es el viejo Manuel con su gorrita enseñándonos a tocar maracas. Perú es la mano y la sonrisa de Marisol en las islas flotantes del Puno. Estambul es el canto que en la madrugada llama a la oración desde la mezquita…
Así, una imagen resume Cartagena de Indias: la playa de La Boquilla el mediodía del primero de Enero.
La Boquilla es una playa pobre y para pobres. Prácticamente no hay turistas que no sean Cartageneros o Barranquilleros. Casi todos negros o mulatos. A lo lejos suena la música del vallenato y de la cumbia. La playa es una fiestas de niños morenos que gozan cada instante como si fuera el regalo más preciado (Y lo es, ellos saben que lo es). Parece que para ellos no hay nada más importante que la maravillosa tarea de recoger conchitas, de llenar un vaso de agua de mar y vaciarlo interminablemente, de revolcarse en la arena caliente, de iluminarse la cara con una sonrisa tan grande y blanca que por un momento yo me hago pequeño, entro en esa luz que me deslumbra y desaparezco, pasito a paso, en ella.
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